2._Amigo

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Uno de los elfos se hincó para corroborar que la mujer estaba inconsciente y lo estaba. Sosteniendola por los hombros la incorporó un poco haciendo que la cabeza de la muchacha cayera indolente sobre su pecho. El cabello de Mary acabó por esconder su rostro del grupo de elfos que parecían estarse haciendo la misma pregunta ¿Qué iban hacer con ella? Por precaución o hábito de hacer prisionero a cualquier intruso, el elfo que la sostenía comenzó a atarle las manos con una delgada cuerda que tomó de su cinto, notando lo cuidadas que estaban y que sus uñas tenían un extraño color azúl. Pero esa no era la única rareza en la mujer que desató un pequeño debate en el grupo.

Ella, quien quiera que fuera, estaba demasiado saludable para ser una simple aldeana. Su cabello brillaba y desprendía un aroma agradable. Su piel no estaba maltratada por el sol, no tenía marcas de ningún tipo salvo por una cicatriz en su rodilla que era bastante grande. En su muñeca llevaba un delgado cordón de cuero en el que tenía enredadas dos piedras pequeñas de color azul intenso, sobre las cuales fueron grabados dos símbolos que ninguno de ellos reconoció. Su escaso atuendo estaba confeccionado de un tejido también desconocido y tenía un bordado de un conejo pequeño en el borde. Todo eso no solo desató la curiosidad, sino también más recelo en una especie que por naturaleza era bastante desconfiada. Apegándose a las normas decidieron hacerla prisionera hasta desvelar los misterios entorno a la insólita mujer.

Cuando Mary despertó lo hizo gracias a un desagradable sueño en que una araña gigante quería arrancarle la cabeza. Producto de su brusco despertar terminó cayendo de alguna parte y azotando su cuerpo contra el suelo. Al menos eso le garantizó no estaba soñando. Con espanto descubrió tenía las manos atadas y una venda en los ojos. Obviamente se asustó y se medio arrastró de espaldas intentando soltar sus manos, mas cuando su
dorso tocó unas piernas fue que recordó lo que había sucedido. Se quedó inmóvil en medio del grupo de elfos que la miraban sin que ella pudiera verlos. Como la mujer no daba señales de querer levantarse, uno de ellos la tomó por el brazo para ponerla de pie.

–Avanza– le dijo y le dió un pequeño empujón en el hombro que la hizo dar un tímido paso al frente.

Mary guardo un profundo silencio, pese a que la caída de un camastro o del hombro de uno de ellos (desde su perspectiva pudo ser cualquiera de las opciones) le causó un fuerte dolor. Rápido comprendió su situación y le fue algo muy natural viviendo de los elfos del bosque o de cualquier elfo en realidad. Había leído lo suficiente de ellos para saber que esperar, pero ese mismo conocimiento la inquietó bastante respecto a su suerte y a la de algo todavía más importante. No decir nada. Esa fue la primera idea que tuvo para mantenerse a salvo, mas también sabía que no podría eludir un interrogatorio.

Tras unos minutos de caminata, Mary comenzó a tener una mayor nitidez en sus pensamientos, sentidos y recuerdos. Si era una prisionera (y todo parecía apuntar a que así era) acabaría en la morada del rey Thranduil, pues ahí era donde estaban los calabozos. Aquel lugar estaba pasando un puente sobre un río. El sonido del agua corriendo por la tierra sería un sello de su destino. Aunque podían estarla llevando fuera del bosque. No sabía cual opción era peor. La segunda era la menos probable y quizá hasta la más terrible.

Los elfos iban cantando. Lo hacían antes de que ella despertara y lo retomaron después de que ella se incorporó. Sus voces le inducian sueño. Por supuesto no entendía absolutamente nada de lo que ellos estaban diciendo en esos versos, pero pese a la situación no pudo evitar sentir cierto regocijo por poder escuchar esas voces que alguna vez imaginó entre las páginas de un libro. Tardo un poco en preguntarse cómo había llegado ahí y quizá más importante que el método por el que acabó en ese mundo era saber el porqué. Todo tiene un propósito. Su llegada allí debía tener una razón. Sin embargo, no lograba ninguna posible respuesta para ninguna de las dos preguntas que posiblemente el rey le haría apenas la tuviese en frente. Ni siquiera estaba segura de si era una buena idea decirle quien era y de dónde provenía ¿Cómo iba a explicar algo así? Por ir distraída tropezó. Por poco cae al suelo, pero se sostuvo y continúo caminando entre sus captores. 

El calabozo de los elfos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora