➻O𝘯𝘦

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Odia los lunes.

No porque sean comienzo de semana ni nada por el estilo, tampoco es un gato naranja conocido por odiar esos días, si no que particularmente los lunes venían llenos de actividades fastidiosas que debía hacer, así como también consistían en levantarse temprano luego de una jornada completa hasta las dos de la mañana en el restaurante en el cual trabajaba como chef.

Así que tal vez no solo eran los lunes los que odiaba más si no que también los domingos.

No sabe que le picó al Kyungsoo de la escuela culinaria, el cual rogaba por un día al fin estar graduado para ser "libre". De lo único que se había liberado era de una vida más tranquila como estudiante porque ahora casi todos en el restaurante dependían de él.

Porque era el chef de aquel lugar y porque su horario era principalmente nocturno la mayoría de los días.

No lo malinterpreten, Kyungsoo estaba muy satisfecho con su trabajo, recibía una paga solidaria y tenía suficiente tiempo libre para atender a su hijo de cuatro años.

Porque si, tenía un hijo de cuatro años, cuando él tenía veinticinco, era muy fácil calcular que el pequeño había nacido cuando tenía veintiuno, cuando estaba en medio de sus estudios.

Su hijo no había representado un obstáculo de ninguna forma ya que pudo sacar su carrera en gastronomía en los años pautados gracias a que era un estudiante extremadamente talentoso y aplicado, también porque contaba con la ayuda de su hermana y a veces de su mejor amigo, su familia también lo había apoyado cuando ocurrió lo de su -antes no deseado- embarazo a temprana edad.

Era joven, había cometido un error, pero el error no había sido Moonbin, su hijo alfa de cuatro años, el error que había cometido era creer que el padre de Moonbin dejaría a su novia por él. Lo admitía, había sido una creencia estúpida, pero había estado enamorado de ese hombre desde la escuela, accediendo a ser su amante durante años, se odiaba, pero no por haber tenido un hijo.

Se odiaba porque Moonbin no tenía un padre, se odiaba porque había sido el tercero en una relación y tal vez al ser adolescente se sentía la gran cosa por eso, aunque no lo fuese, se odiaba aún más porque permitió muchas humillaciones de parte de ese hombre hacia él en muchas ocasiones, solo odiaba las decisiones y su forma de actuar, no nada de lo que había pasado, tenía la creencia que arrepentirse era para idiotas, y que todas las cosas que le pasaban eran solo el resultado inevitable de sus acciones, lo cuál estaba bien, amaba a su hijo, era un niño increíble con el cual podía entablar temas de conversación, justo como estaba haciendo esa mañana que le preparaba su desayuno para llevarlo a la escuela.

-¿Que es eso?-el niño preguntaba viendo la fruta que metía a su pequeño bolso de osito.

-Una manzana.

-Las manzanas son rojas.

-Esta vez pensé en comprar de las verdes.

-¿No son peras?

Rió por el comentario de su pequeño.

-Las peras son frutas diferentes-cierra el bolso de osito para entregárselo.

-¿Tu vienes por mi hoy?

-Claro que si-sonríe.

-¿En qué nos vamos?

-La motocicleta de papá está en el taller así que debemos usar el autobús.

Lo escuchó bufar después de decirle eso y soltó una risa.

Tenía una motocicleta, pero no igual que las normales, la suya tenía un pequeño carrito pegado para poner a su bebé con su casco puesto, todos le cuestionaban si era seguro y siempre les decía que si, su hermana era ingeniera en mecánica en una compañía de automóviles muy prestigiosa, lo que él usaba era el prototipo exitoso de un nuevo producto que pronto saldría al mercado, se encontraba en el taller para unos últimos detalles.

Honne ᵏᵃⁱˢᵒᵒ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora