Memories

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Siete meses antes

La lluvia no había cesado durante los últimos tres días.
Sentía el frío calar sus huesos, sus pulmones luchando por respirar y sus fuerzas agotándose con cada golpe, con cada tortura.
Pero su mente se desconectaba de su cuerpo y lograba al menos sentir algo de paz, cuando la imagen de su dulce y temperamental omega llegaba a él y era en esos pequeños momentos en que podía llenarse de esperanza y sabía que no podía bajar sus brazos, que debía seguir luchando y debía volver hasta él, debía demostrarle que no había roto su promesa.
Entonces lo volvía a intentar. Ante la primer filtración que encontraba lo volvía a intentar. Buscaba las mil y una formas para poder escapar de allí y nada le importaba, solo seguir soñando que en algún momento volvería a tener entre sus cansados brazos a su precioso omega y no volvería a separarse de él nunca más.
Miró las gotas caer sobre la tierra casi inundada que rodeaba su jaula, ese pequeño espacio que lo había albergado durante los días que llevaba allí prisionero.
De pronto los gritos y las corridas a su alrededor le hicieran cambiar el foco de su atención.
Los soldados que los tenían prisioneros comenzaron a correr por todo el lugar, gritando y apresurando sus pasos como si algo o alguien los estuviera buscando.
Y entonces Yoongi lo vio, un ejército del norte estaba entrando en la zona y eso solo significaba que acabarían con todos ellos sin importar nada. Sabía que esos soldados no podían dejar testigos de lo que hacían en esos inmundos lugares.
Sin dudar un minuto, recorrió con su vista hacia donde todavía había algunos de sus soldados. Jungkook cruzó miradas con él y entendió inmediatamente lo que el coronel quería decir. Debían escapar, porque quedarse allí no era opción. Sabía que solo dependía de ellos, sabía que no podían dudar. Con esa premisa, abrió despacio la puerta de su jaula, que para esas alturas permanecía abierta como una muestra de que aunque lo intentara jamás podría salir de allí.
Se arrastró por el barro y el agua, seguido por sus hombres, moviéndose lentamente para no llamar la atención,  mientras veían como cada sector de ese lugar se prendía fuego a medida que los camiones avanzaban.
No se detuvieron en ningún momento y esperaron tras los altos pastizales para hacer un nuevo movimiento.

-Tenemos que conseguir un camión- dijo apenas en un susurro.

Sus hombres asintieron y se pusieron en marcha.
El primero de ellos cayó cuando una bala impactó sobre su pecho, dejándolo fulminado al instante.
Yoongi jadeo desesperado, pero aún así siguieron su camino.

El último de los vehículos se detuvo un momento, intentando buscar algún sobreviviente y ese era el momento que estaban esperando, rodeando el camión cada uno saltó sobre los hombres que bajaban de allí y los aniquilaron sin piedad, como seguramente habrían hecho con ellos si los hubiesen atrapado.
Sin detenerse arrastraron los cuerpos inertes y los despojaron de sus uniformes para ponérselos ellos mismos tratando de pasar desapercibidos ante la vista de algún otro soldado norteño.
Yoongi se coló por la puerta del piloto, mientras sus hombres se acomodaban dentro también.
Se pusieron en marcha siguiendo a los otros camiones intentando no ser descubiertos y cuando al parecer ya no había más nadie en el lugar, el primero de los vehículos retomó el camino para salir de allí con la tarea cumplida.  Habían borrado cualquier rastro que dejara evidencia de que alguien había estado en ese lugar en algún tiempo.

Siguieron la marcha a una distancia prudencial, y cuando llegaron a la frontera con el sur desviaron su camino.

-Debemos buscar refugio, quitarnos los uniformes y encontrar un vehículo que no llame la atención- las órdenes del coronel fueron precisas y los soldados que lo acompañaban asintieron a sus palabras decididos a salir de la zona lo antes posible.
Viajaron en silencio hasta encontrar una pequeña aldea donde quedaba poca gente ya que la guerra había llegado hasta allí.
Estaban bastante lejos de la frontera con el norte, lo que les daba algo de tranquilidad.
Cada uno se puso en marcha para hacer lo que Min había dicho.
Algunos de los pobladores los veían con miedo pero nadie interfirió ante su búsqueda.
Alguien se acercó al coronel y preguntó que necesitaban. La gente que allí vivía prefería ayudar antes de ser aniquilados por los soldados.
Yoongi les explicó que eran del ejército del sur y que habían sido prisioneros durante un tiempo, lo que llevó algo de tranquilidad a los pobladores.
En seguida recibieron la ayuda necesaria. Les dieron comida, ropa cómoda y hasta agua caliente para poder limpiarse. Algo que hacía mucho tiempo no habían tenido.
Una vez listos y recuperados decidieron que debían marcharse para que la gente no corriera riesgos por ayudarlos. El problema era que no tenían vehículos para moverse, lo cual hacía más difícil su ida.
Decidieron esconderse allí por dos días, los cuales ayudarían a recuperar fuerzas y buscar una forma de poder llegar a alguna civilización donde encontrar algún camión para moverse.
Una vez con las energías renovadas emprendieron el viaje.
Gracias a la información de los pobladores y algunos mapas de la zona supieron que a doscientos kilómetros encontrarían los primeros indicios de civilización y que también había pequeñas aldeas en las cuales refugiarse y descansar.
Sin esperar más los soldados juntos con el coronel emprendieron la marcha. Y aunque sabían que sería un camino largo, cansador y peligroso, aún así estaban determinados a volver a sus vidas.







 Y aunque sabían que sería un camino largo, cansador y peligroso, aún así estaban determinados a volver a sus vidas

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Yoongi no quitaba de su cabeza la idea de volver con Jimin, de que él supiera que estaba vivo y de al fin poder cortejarlo como corresponde. Estaba decidido a estar con su omega de todas las formas posibles y eso era el incentivo necesario para hacer el viaje sin importar nada más.

Cada soldado tenía su propia motivación. Todos querían volver a casa junto a sus seres queridos.
Al cabo de dos días de marcha silenciosa, con pequeños intervalos de descanso, llegaron a una aldea pequeña, donde apenas si quedaba algo de gente.
En seguida fueron bienvenidos y todos aportaron algo para ayudarlos.
Pasaron allí un día y una noche, tratando de descansar y recuperar fuerzas.
La gente pedía que cuando llegaran a su lugar de destino enviaran ayuda para que pudieran mejorar sus condiciones de vida. Claro que el coronel prometió ayudarlos sin ninguna duda.

La marcha volvió a hacer cansada y lenta. El echo de no conseguir un medio de transporte hacia que todo fuera a largo plazo. Pero aún así no perdían las esperanzas. Sabían que estaban a algunos kilómetros de la vieja estación de trenes y ellos tenían la esperanza de que este todavía funcionara y poder así llegar más rápido a la civilización.
Luego de repetir el proceso de caminar, recuperar energías y descansar en pequeñas aldeas, al fin habían llegado a la última estación de trenes que llegaba antes del límite con el norte.
Había allí algunas personas que aún se resistían a abandonar la zona aunque esta no fuera segura.
Al menos consiguieron ropa y comida y también un poco de calor, ya que el invierno estaba cada vez más cerca y hacía las cosas más difíciles.
A esas alturas del camino, luego de casi quince días de haber caminado y caminado, las energías estaban al mínimo y las esperanzas no eran mucho más grandes. Así y todo ninguno se quejaba y preferían seguir las órdenes del coronel. Después de todo ese hombre los había salvado en más de una oportunidad cuando estuvieron en batalla, y sabían que esta no sería la excepción, él haría hasta lo imposible para llevarlos a todos con vida de vuelta a sus hogares.
Por eso aunque el frío, la lluvia e incluso con el mismísimo sol, ellos seguían al coronel sin dudas ni quejas.
La estación parecía algo arruinada debido a los ataques que había recibido, pero aún así el tren seguía funcionando y esa fue una carga de esperanza para todos los soldados.
Lo que no estaba claro era en que momento llegaría hasta allí ya que no era muy frecuente y también peligroso. Eso no bajó los ánimos de los soldados y mucho menos el del coronel.  Esperarían sin importar nada los días que fueran necesarios.

Había pasado una semana desde su llegada al pueblo de la estación, y del tren no había rastros.
Algunos comenzaban a dar ideas de seguir caminando y tratar de buscar alguna otra aldea donde hubiera algún vehículo.
Yoongi sabía que sus hombres tenían razón pero no perdía las esperanzas de que el vapor llegara en cualquier momento.
Aquella mañana el sonido distante hizo saltar a Yoongi de su cama. Se miraron entre ellos y la esperanza volvió a renacer. Después de casi quince días allí al fin el tren había llegado.
Acomodaron las pocas pertenencias que tenían y llegaron a la estación para subir pronto a la formación y poder volver.
El maquinista informó que tardarían un día en cargar la leña necesaria para poder hacer arrancar la máquina nuevamente y emprender la vuelta.
Claro que los soldados decidieron ayudar a realizar la carga y de ese modo emprender viaje prontamente.
Cuando el rugir del vapor resonó en el ambiente, tanto el coronel como los soldados sintieron al fin que podían lograr llegar a casa y encontrarse con sus seres queridos. Una sensación de alivio y esperanza se hacía cada vez más fuerte en cada uno de ellos.
Yoongi no podía dejar de fantasear con encontrarse nuevamente con su omega. Tener a Jimin otra vez frente a él y poder decirle finalmente lo mucho que quería construir su vida juntos.

No perdía las esperanzas.  No lo había hecho mientras los torturaban y lo golpeaban, tampoco cuando caminaban sin rumbo durante día y noche, mucho menos las perdería ahora que estaba tan cerca de volver a sus brazos.

El cantar de las avesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora