Un beso

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Yoongi se acomodó en una de las cómodas  habitaciones de la casa de Jimin.
Se sentía bien, había recuperado sus fuerzas y según la doctora Yun no habían quedado secuelas de la ingesta desmedida de narcóticos que Choi le había hecho tomar.
Se sentó sobre la amplia cama y miró el lugar alrededor. El aroma del omega estaba impregnado por todo el espacio y tanto él como su lobo no podían estar más extasiados.

Luego de que le dieran el alta del hospital, el doctor Park lo había ido a buscar y con la decisión ya tomada habían ido a la casa de este.
Yoongi se sentía raro, por un lado algo demasiado fuerte lo llevaba hasta el médico, por supuesto su belleza y carácter aportaban a esa sensación, pero por otro lado, maldecía el no poder recordar nada de su vida, de sus vivencias y del romance que supuestamente había mantenido con el omega. Pero de algo estaba seguro, Jimin le atraía demasiado, algo en él lo hacía emocionarse y suspirar embelesado y aunque su lobo le exigiera que se acercara más a su omega, él intentaba hacer las cosas bien.

-¿Puedo pasar?- la voz suave del doctor lo hizo salir de sus pensamientos.

-Adelante- respondió y lo recibió con una gran sonrisa.

-¿Cómo te sientes?- preguntó dulcemente mientras se paraba frente a él.

-Fisicamente bien, pero mi cabeza es un caos- contestó mirándolo.

-No te esfuerces, podrías hacerte daño, trata de descansar, te traeré la comida cuando esté lista- acarició sus cabellos sin dejar de verlo.

-¿Tengo que comer aquí en la habitación?- indagó y su tono salió con algo de temor.

-Oh, no, claro que no, puedes comer en el comedor si quieres, es solo que allí estarán Taehyung y Jungkook y no sé si estás listo para verlos, tengo miedo de que el encuentro te haga daño- comentó sin dejar de acariciar sus oscuros cabellos

Yoongi lo escuchaba con sus ojos cerrados mientras recibía complacido las caricias del otro.
-Me gustaría verlos, quizás...-

-No quiero que te esfuerces, pero te entiendo y si es lo que quieres podemos hacer la prueba, después de todo soy médico y puedo asistirte ante cualquier problema-

El coronel sonrió ante las palabras de Jimin.

-Bien, iré a trabajar en la clínica, vendré a buscarte a la hora del almuerzo- explicó y se encaminó a la puerta de la habitación

-Jimin- llamó suavemente

-¿Si?- preguntó girando para verlo.

-Gracias- replicó y se puso de pie para besar su mejilla.

El doctor sintió su corazón latir con fuerza y no pudo evitar regalarle una enorme sonrisa.





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-Explicame de nuevo cómo es que te golpeaste de esta manera- Jimin miraba al pequeño niño frente a él.

El cantar de las avesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora