Me levanto del sillón en donde he permanecido al menos una hora y media, me pongo de pie y me asomo a la ventana en donde me doy el lujo de ver hacia el jardín. Recorro con mi mirada el recinto y mi vista se detiene justo en donde el consejero del Rey Edward se encuentra charlando con Halime, por su expresión seria y sus movimientos de manos logro distinguir que algo le ha molestado de ella, la chica solo lo observa sin pronunciar alguna palabra.
Lo observo a detalle y para mi sorpresa, se atreve a señalarla con su dedo índice, la doncella abre los ojos sorprendida y luego se aleja del hombre quién, poco después sube a un carruaje el cual se pone en marcha.
—¡Kerem!— la puerta de mi habitación es azotada por mi hermano quién, se encuentra molesto.
Vuelvo mi mirada hacia el jardín mientras me cruzo de brazos para intentar no prestarle atención.
—¡Te estoy hablando!— Alonso me toma del brazo y me obliga a mirarlo–¡¿Acaso pretendías dejarme mal en frente del Rey?!— grita para luego abofetearme.
Llevo mi mano a mi labio, siento algo salado salir de mi labio inferior y no tardo mucho para darme cuenta de que se trata de sangre.
—¡¿No piensas contestar, maldito infeliz?!— Su furia lo carcome y al notar que no tengo la más mínima intención de responderle, me toma de la camisa con fuerza—No cabe duda de que eres un maldito perdedor de mierda, yo puedo hacerte añicos y nadie estaría para ti— rio con sarcasmo atreviéndome a mirarle a los ojos.
—Atrévete a destruirme y sabrás quién es Kerem Buckminrad— lo reto.
Alonso se ríe y me empuja—No eres nada más que el maldito protegido de mi padre, no eres nadie aquí, no eres digno del apellido Buckminrad.
—Lo dices porque mi padre siempre me prefirió a mí encima de ti— le echo en cara.
—Tú jamás estarás a mi altura, nunca podrás ser igual o incluso mejor que yo— declara con orgullo—, yo llegaré lejos, haré que una nueva dinastía sea levantada y continuaré con el apellido Buckminrad. Mientras que tú vas a podrirte en miseria y soledad porque nadie llegará a amarte de verdad, solo eres una distracción— añade—. Querías a Larissa y no pudiste tenerla, te la quité y solo te queda verla como tu reina y la esposa de tu hermano, regresa de donde viniste maldita rata de alcantarilla.
—Mi padre siempre será mi camino el cual debo seguir, mi madre, Isabelle, Larissa y tú se pueden ir a la mierda cuando quieran. Y nunca olvides de que aunque te duela, siempre seré un Buckminrad hasta la muerte y eso ni tú ni nadie lo va a cambiar— contesto mientras paso a su lado para salir de mi habitación
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En el bar ya se ha puesto el ambiente más tenso, tal vez algunos no esperaban verme sentado en uno de los bancos de la barra, los veo mirarme y susurrar varias cosas y dudo que no sea rumores falsos sobre mí.
—Parece que su presencia los incomoda— dice el hombre quién me entrega un tarro de cerveza.
—Puedo estar en donde a mí se me dé el gusto de estar— contesto sin mirarlo y apoyando una mano sobre la barra mientras que con la otra sostengo la cerveza.
—¿Por qué no se va de aquí? Sabe de sobra que usted no es agradable ante la mirada del pueblo.
—Por la misma razón que un ave no abandona su nido para siempre al saber que aún tiene a criaturas qué alimentar.
El hombre me mira con confusión.
—No puedo irme porque aquí está todo lo que mi padre dejó, todavía no puedo abandonar este sitio por el simple hecho de que necesito vengar su muerte— confieso levantando la mirada para observarlo.
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Sombras liberadas [Fragmentados #4]
Historical FictionÚltimo libro de la tetralogía "Fragmentados" Kerem es el menor de dos hermanos, toda su vida ha vivido siendo la sombra de su hermano mayor y siendo despreciado por su madre, lo único que lo mantiene de pie es su viejo y enfermo padre. Tras la llega...