El carruaje ya se ha estacionado frente a la casa, Harry me observa como si estuviera tratando de buscar alguna respuesta, cosa que ni siquiera yo tengo en este preciso momento.
—Has caído— me hace saber.
—No, por supuesto que no…
Mi amigo me interrumpe—Por lo que me contaste siento que no sabes lo que sientes por Halime, pienso que la odias pero al mismo tiempo aun hay algo de amor hacia ella.
Me niego a aceptar—Lo único que ella merece de mí es todo mi desprecio, Halime es una basura en persona y yo no debo amar a alguien como ella.
—Estás jugando con fuego y si no dejas en claro lo que quieres podrías quemarte y arrastrar a Hazel contigo— advierte y al terminar, se baja del carruaje.
Inhalo con pesadez y me armo de valor para poner un pie fuera del vehículo porque sé que en cuanto lo haga, debo hablar con Hazel y tratar de hacerle entender que debe seguir ayudándome y que sea lo que sea que vio, no debe ponerle importancia. Ni siquiera sé por qué debo darle explicaciones pero muy dentro de mí hay algo que me grita que debo hacerle saber cómo pasaron las cosas.
Salgo del carruaje y una vez que iba a hablar a Harry, observo que este ha quedado quieto en su lugar, mantiene su mirada fija en la entrada de la residencia. Lentamente dirijo mi vista y mi sorpresa es grande cuando veo a una mujer sentada sobre uno de los escalones, abrazándose a ella misma para tratar de entrar en calor, parece sucia y pienso que es una pordiosera que se ha perdido.
—¿Quién es y qué hace aquí?— pregunto caminando lentamente hacia ella.
—¿Quieres que la saque, Kerem?— pregunta mi amigo a lo que yo niego moviendo la cabeza.
—¿Busca algo? ¿puedo ayudarla?
La mujer ni siquiera me mira, sigue ahí en el escalón, temblando de frío y a medida en que voy acercándome puedo oler un olor desagradable venir de ella, la pobre ha estado al parecer tanto tiempo en la calle que ya empieza a afectarle, su aspecto es sucio y desaliñado, tiene sus prendas rasgadas y una parte de sus pies y manos tienen heridas.
—¿Señora, a quién busca?— indaga Harry esta vez.
—Kerem…— susurra la mujer y me sorprendo al escuchar mi nombre venir de su boca—ayúdame.
Ella se pone de pie lentamente y justo estando frente a mí decide levantar la cabeza con lentitud. Grande es mi sorpresa al ver que se trata de Margaret, la misma mujer a la que una vez llamé madre. Su rostro sucio demuestra el cansancio y el dolor que ha estado sintiendo y lo peor es que no sé cómo es que pasó de ser una elegante dama a una vagabunda.
—¿Qué haces aquí? ¿Alonso te envío como espía?— interpelo con molestia.
—Ayúdame, hijo— escuchar esa última palabra salir de su boca genera sorpresa y confusión a la vez. Necesita de mí y está intentando hacer que me apiade de ella.
—¿Qué has dicho?— pregunto mirándola fijamente—No creo que necesites algo de mí, recuerdo perfectamente que una vez dijiste que jamás necesitarías de mí y mira con qué has salido ahora— le arrojo y ella solo baja la mirada
—Alonso me ha quitado todo, me ha desterrado e Isabelle no desea saber nada de mí, no tengo a nadie— se lamente y enseguida empieza a sollozar.
—¿Qué le hizo pensar que yo puedo ayudarla, señora?— indago y de inmediato sube su mirada. Intenta tocarme pero rápidamente me alejo de ella.
—Kerem, perdóname por la forma en la que te traté, nunca debí hacerte menos—susurra con lágrimas bajando por sus mejillas—. Necesito de tu ayuda, moriré en la calle un día de estos— confiesa con la voz entrecortada.
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Sombras liberadas [Fragmentados #4]
Исторические романыÚltimo libro de la tetralogía "Fragmentados" Kerem es el menor de dos hermanos, toda su vida ha vivido siendo la sombra de su hermano mayor y siendo despreciado por su madre, lo único que lo mantiene de pie es su viejo y enfermo padre. Tras la llega...