Capítulo 13.

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Tal y como Alonso había dicho, justo hoy se está llevando a cabo el matrimonio de mi hermana Isabelle. Ella entra a la iglesia con el rostro cubierto por un elegante y largo velo, seis doncellas caminan a cada lado de ella y la mirada de todos los invitados caen sobre la princesa. Su rostro lo mantiene bajo. Aún cubierta, puedo observar su tristeza mezclada con la furia que la está asechando en estos instantes.

Mi madre, al contrario, se muestra feliz y no duda en sonreír como si este momento fuera el día más maravilloso para su hija, la están matando en vida y la antigua reina no está ayudando en la situación.

El príncipe Klertbert toma la mano de su futura esposa, él tampoco parece estar de acuerdo con esta alianza y lo noto en su mirar, está tenso y su mala cara dice más que mil palabras.

El sacerdote empieza a dar su largo sermón, los invitados solo observan y escuchan atentos, creyéndose por completo que ellos se están casando porque así lo quisieron y no porque fueron obligados.

Entre las doncellas de mi hermana, observo a Halime quien escucha atenta todo el discurso, su mirada está clavada en la próxima reina de Marhalden, sé que se compadece de ella tanto como yo lo hago. Por supuesto que si pudiera me encargaría de darle la libertad que Isabelle tanto anhela, pero no está en mis manos rescatarla y sacarla del fuego en donde la está quemando viva.

El sacerdote los declara marido y mujer luego de un largo momento de discurso, el príncipe descubre el rostro de su ahora esposa y le da un veloz beso, los presentes aplauden con gozo mientras que ellos se mantienen serios y lejanos de todo lo que sea que está sucediendo a su alrededor.

Al llegar al palacio en donde se llevara a cabo el festejo, mi madre se encarga de pronunciar unas palabras a mi hermana, ella solo parece ignorar a todos al igual que su esposo, todos festejan mientras que Isabelle sufre en silencio al no atreverse a revelarse en contra de mi hermano.

Cuando creí que se quedaría en silencio, Isabelle se pone de pie y se toma de un solo sorbo el contenido que tenía la copa, luego lo deja sobre la mesa y todos los invitados colocan su total atención en ella.

-¡Por supuesto que este maldito matrimonio no fue con nuestro consentimiento!- grita ella y mi hermano Alonso trata de callarla-. Diles querido esposo, diles cuánto pagó tu padre por mi- parece ser que el alcohol ya le está haciendo efecto.

-Isabelle, guarda silencio- trato de detenerla tomando su brazo pero no me lo permite.

-Unas cuantas hectáreas de tierra y un par de baúles de oro es lo que yo valgo, eso es lo que mi honor cuesta- toma otra copa de champagne, pero esta vez deja caer la copa al piso causando que se rompa en miles de pedazos-. La pobre Isabelle no vale más que eso, tuvieron que intercambiarme para expandir Geornia, gracias a mí este maldito y apestoso reino será más grande.

-Isabelle...

Mi hermana interrumpe a su esposo-¡Larga vida a la reina de Marhalden!- expulsa ella y cuando creí que era suficiente, ella añade-¡Te odio, madre, ojalá tú y tu maldito Alonso se pudran en el maldito infierno!- grita ella. Luego se aleja del salón y desaparece de inmediato, su esposo corre hacia ella dejando a los invitados con cara de horror y sé que este espectáculo estará en boca de todos por mucho tiempo y será muy difícil que se olviden de este suceso.

Mi madre observa a los invitados avergonzada pues, ellos ya se encuentran murmurando atrocidades en contra de ella y de mi hermano Alonso. Unos cuantos se van levantando de las mesas y se pasan a retirar mientras que otros deciden esperar para poder saber con certeza qué es lo que está sucediendo.

Me alejo del salón y me dirijo en busca de mi hermana, sé que lo último que desea es hablar conmigo pero tal vez deba hacer un último intento, no por mí sino por ella, para demostrarle y hacerle saber que yo sí estoy de su lado.

Sombras liberadas [Fragmentados #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora