La cabaña estaba oscura cuando Alfonso llegó pero, por alguna extraña razón, sabía que Anahí estaba dentro. La sentía. Siempre la sentía. Y por eso sabía lo que sufría en su trabajo y lo infeliz que la hacía. Por eso siempre trataba de distraerla para que pensase en otra cosa, para que disfrutase... Pero cuando había confesado que se había traído trabajo, le había sentado peor que cuando Diana le engañó. Porque él quería verla feliz. Quería hacerla feliz.
— Annie —la llamó, entrando en la cabaña—. Annie, soy yo, el imbécil de tu novio... falso ¿Podemos hablar?
La encontró en la habitación individual, hecha un ovillo en la cama llorando en silencio. Se sentó a su lado suspirando, haciendo que el colchón cediese bajo su cuerpo y sorprendiendo a Anahí, que lo miró como si viese a un fantasma.
— Déjame en paz —sollozó, volviéndose a tapar la cara.
— Annie... —acarició su pelo, suspirando— Perdóname, por favor. Yo solo... Quería que disfrutases del fin de semana sin preocuparte del trabajo... He reaccionado muy mal, lo siento. Annie, por favor.
— Sé que no es el trabajo ideal pero necesito terminarlo, necesito... —se calló, gimiendo.
— Annie, eres la mejor en tu trabajo pero te subestiman, no te tienen en cuenta y siempre te hacen sentir de menos. Pero eso es porque tienen miedo. Tienen miedo de que una mujer tan brillante les opaque.
— ¿De verdad piensas eso?
— No he oído una mala idea salir de tu boca, jamás —sonrió, recordando como la había mirado y lo que había pensado cuando le propuso acostarse con ella.
— Los clientes con los que consigo hablar están contentos y sus publicidades van bien —se sorbió la nariz, haciendo que Alfonso la mirase con ternura.
— ¿Lo ves? Lo único que frena tu éxito es tu trabajo.
— Pero precisamente es eso lo que debería darme alas...
— Lo que digo es que, por muchos informes que coloques, por mucho que aguantes en ese trabajo... No te verás recompensada como deberías. Es duro —añadió al ver su cara de dolor—, pero debes salir de ahí.
— Pero no tengo otra cosa, ¿cómo sobreviviría? Tengo ahorros pero no durarán eternamente hasta que encuentre otro trabajo y no puedo vivir sin trabajar, lo sabes.La abrazó en silencio, dejando un dulce beso en su pelo y suspiró mientras le respondía.
— Yo te ayudaré. Con lo que sea. Ya lo sabes.
Habían pasando la noche haciendo él amor y trabajando juntos con los informes de Anahí y ella había estado pensando en lo que le había dicho él constantemente. Cuando llegó al brunch se sentía renovada y feliz. Sophie enseguida se había levantado para saludarla con un abrazo y Rachel había mirado de soslayo a Alfonso para comprobar que todo estaba bien entre ambos.
— Estás guapísima —dijo Susan al ver el modelo que Anahí había elegido para esa mañana.
Se había puesto una falda blanca estrecha y corta con una abertura en uno de sus lados y con un pañuelo a conjunto en forma de top. Llevaba unas botas altas y finas del mismo todo y una pequeña mariposa decoraba su pelo rubio y rizado. Era un conjunto atrevido pero que, de una manera u otra, recordaba a los años setenta sin ser obvio ni estrafalario.
— Gracias —sonrió a Susan mientras Alfonso le separaba la silla y la hacía sentarse, dejando un beso cerca de la mariposa y apoyándose en su respaldo, como queriendo protegerla de todo a su alrededor.
— Iré a por algo rico y nutritivo. Estás divina pero necesitas fuerza para las pruebas de después.
— Claro —rió ella, mirando como se alejaba.
— ¿Cómo estás? —aprovechó Sophie, cuando se quedaron sólo ellas en la mesa, junto a Susan— Ayer Alfonso parecía muy enfadado y tú...Anahí negó con la cabeza, quitándole importancia.
— Sabe que no estoy feliz en mi trabajo y que aún así me dejo la piel aunque no lo valoren como deberían—se encogió de hombros—. Ayer estuvimos hablándolo un buen rato y me ayudó a terminar con los informes para que pueda disfrutar del resto del fin de semana.
— Me alegro —asintió.
— Aquí tienes —dijo Jorge, dejando un plato lleno de comida deliciosa que hizo al estómago de Anahí gruñir, haciéndolas reír hasta que Alfonso colocó un plato frente a ella.
— He puesto un poco de todo lo que más te gusta —besó su cabeza de nuevo—, si quieres más solo pídelo.
— Está bien, gracias gatito.

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Pasión descontrolada
Fanfiction- Deberíamos seguir su ejemplo. - ¿A qué te refieres? - A acostarnos. Esa noche habían hecho el amor por primera vez y había sido impresionante. Al principio había sido raro porque jamás se habían imaginado que acabarían así. Aunque sus madres siem...