2

894 69 3
                                    

Alfonso salió de su casa a las seis y media de la mañana, como todos los días, para correr un poco por la ciudad. La noche anterior había sido increíble y, aunque había dormido poco, no se había aburrido en ningún momento.

Cuando había empezado a acostarse con Anahí, había estado cohibido y asustado por terminar rompiendo una amistad de tantos años pero, con el tiempo, había visto que lejos de romperla, la había mejorado. Todo había empezado cuando habían visto Friends with Beneficts una noche.

— Deberíamos seguir su ejemplo —había dicho Anahí.

Manuel la había dejado dos meses antes porque decía que era como acostarse con una muñeca sin iniciativa, aunque Alfonso descubrió que eso no era cierto para nada, y llegó a la conclusión de que Manuel no había sabido qué hacer con ella, ni cómo motivarla.

— ¿A qué te refieres?
— A acostarnos.

La había mirado como si estuviese loca.

— Solo escúchame. Los dos estamos solteros y, aunque sé que no tienes problemas en encontrar con quién acostarte, nosotros tenemos la confianza suficiente para decirnos que podemos cambiar o mejorar.
— No necesito cambiar nada de lo que hago, todas acaban satisfechas —sonrió, seguro.
— Claro que si —rió ella, golpeando su espalda dulcemente—, semental. Claro que si.
— ¿Insinúas que no?
— Solo que seguro que hay algo que puedas mejorar, todas las mujeres me lo agradecerán.

Esa noche habían hecho el amor por primera vez y había sido impresionante. Anahí le había llevado a limites insospechados y, aunque pensaba que no aguantaría, había hecho un esfuerzo y la recompensa había sido magnifica. Al principio había sido raro, besarla estaba bien, pero sabía que era Anahí y jamás se había imaginado que acabarían así. Aunque su madre siempre le había dicho que estaban hechos el uno para el otro. Pero cuando había hecho la primera caricia y Anahí había respondido arqueándose hacia él y gimiendo, no había podido parar.

Durante la hora que había estado corriendo, había rememorado la noche anterior y había sonreído al recordarla. Anahí no era mala en la cama, pero había mejorado muchísimo a su lado y, aunque se podían seguir acostando con otras personas, él cada vez buscaba menos mujeres porque con ella se sentía bien. Había terminado su relación con Diana hacía más de cuatro años pero, aunque no se lo había dicho a nadie, él estaba seguro que Anahí sabía que le seguía doliendo su engaño y por eso no era capaz de volver a salir en serio con alguien. Aunque de salir con alguien otra vez...

Al volver a casa, Anahí estaba en su cocina, con una de sus camisas como única ropa y con el pelo despeinado cayendo sobre sus hombros.

— Buenos días —sonrió, llevándose el café a la boca—. Aún es temprano así que he decidido asaltarte la nevera antes de irme a casa a cambiarme y a trabajar.
— Vaya, es la cuarta vez este mes —rió él extendiendo la mano, cuando le ofreció otra taza—. Voy a pensar que solo quieres venir aquí a robarme comida.
— Oh, vaya, ¡me has descubierto!

Alfonso soltó una carcajada. Se acostaban, pero seguían siendo muy buenos amigos, y eso no podría cambiar nunca.

— ¿Nos veremos esta noche?
— ¿Y perderme la fiesta de Chris? Ni en sueños —rió alto—. Da unas fiestas estupendas.
— ¿Te paso a buscar?
— Voy a ir con Dul, me preguntó si podía ponerse uno de mis vestidos y le dije que viniese a casa antes.
— ¿Qué te vas a poner tú? —preguntó, acercándose a ella hasta arrinconarla entre su cuerpo y la encimera.

Estaba tan cerca que Anahí sentía su aliento sobre ella y el calor que emanaba de su cuerpo.

— No sé —sonrió coqueta—, supongo que algo sexy.
Mmhm.

Pasión descontroladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora