El principio de todo

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Micaela.


- No te soltaré, jamás lo hare -declaro en aquel momento mientras envolvió sus brazos al rededor de mi cuerpo abrazándome cálidamente, lo cual agradecía porque por el momento era algo que necesitaba sin saberlo.- Yo tampoco lo haré, lo prometo -respondí, cerrando mis ojos fundiéndome en aquel abrazo con mi hermano mayor, Marcos. 


Para esas fechas yo tenía 10 años recién cumplidos y el me llevaba 13 años es decir que contaba con 23 años ya vividos.

 Él era mucho más alto que yo, además de por la edad, ya era alto de por sí, un poco más o quizás igual a mi padre. Estaba primero en altura, mi padre y mi hermano en el mismo lugar, después mi madre y por último yo. Tanto yo como mi hermano heredamos los ojos castaños de mi madre, dado que mi padre tenia un poco más claro los ojos, eran color miel. Después, él heredo el pelo de mi padre y yo el de mi madre. Y el carácter, a mi parecer, nosotros somos completamente distintos a nuestros padres.

Vivíamos los cuatro en una pequeña casa de dos pisos, donde abajo se encontraba la cocina, el comedor, el living, el baño y dos habitaciones. Mientras que, arriba en el segundo piso, había una habitación sola pequeña pero suficiente para él, ya que mi habitación quedaba en la planta baja. 

En nuestro hogar, todo era un caos. Nuestros progenitores no se decidían a tener un solo día de paz, todos los días se escuchaban gritos y sollozos, después de un rato de esto, salíamos una vez que estos hayan cesado pero mientras tanto nos manteníamos encerrados en la habitación de ellos, yo era consciente de que Marcos  hacia esto para protegerme de aquello que pasaba a nuestro alrededor. 

Era mucho para procesar siendo una niña y agradecía tener a alguien que cuidase de mi en estas circunstancias, me sentía resguardada de todo el mal que nos rodeaba. Ponía la televisión con volumen alto y me abrazaba envolviéndome en sus brazos, cada noche.

Hoy estamos en el mes de diciembre y ha pasado ya más de un mes donde las peleas dejaron de existir a causa del tan esperado divorcio, tanto Marcos como yo, queríamos esto hace bastante tiempo y al fin ocurrió. Nuestra madre le pidió el divorcio a nuestro padre. Aunque haya querido eso durante mucho tiempo, también había partes grises en la historia. Mi padre, Juan, tendría que abandonar nuestro hogar en pocos días. Lo cual no me ponía nada feliz, más bien dejaba un gusto agrio en mi vida. Crecí con ambos siendo una pareja, podía superar el hecho de que ambos ya no sientan nada él uno por el otro, pero sentía que era demasiado para mí, saber que probablemente ahora tendría que ver a mi padre fuera de casa, siempre y que no volvería a verlo acá, aunque a decir verdad, no hacia mucho pero todavía tengo el vivo recuerdo de él jugando conmigo de pequeña. A las muñecas o a cualquier cosa que yo quisiese jugar. 


Sumado a esto, sé que no va a estar bien visto, pero mi padre aún dormía conmigo cuando ellos se separaron. Era algo de todas las noches, no podía dormir sin alguien a mi lado, de hecho, recuerdo el día en que me comunicaron el divorcio, yo me encontraba esperándolo a él para poder dormir mientras veía una típica película de Disney; High School Musical. En particular, la tercera entrega de esta saga de películas.

La plenitud en las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora