El Final del Sufrimiento

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-Se lo advertimos...- se escuchó el eco de una voz gruesa.

-... Sí, pero aun así no nos obedeció- respondió con el mismo efecto pero una voz un poco más aguda.

-Pero en verdad quien puede culparlo?... quería defender a sus seres queridos- siguió aquella voz justificando el acto que acaba de presenciar.

-Si... me recuerdas porque hacemos esto después de negarnos a ayudarlo?- replico aquella voz gruesa mostrando cierto disgusto con lo visto.

-Porque ni tu ni yo queremos esperar a que el siguiente despierte, crezca y volvernos a presentar... claro eso es en el mejor de los casos, ya que puede ser que ni siquiera despierte, Red- contesto la voz aguda mostrando un tono neutral. Estas palabras revelaron de quien estaban hablando, Issei.

-Mmm... tienes razón. Iras tu Ophis?- pregunto el ahora revelado Dios Dragón de los Sueños.

-No crees que sería mejor que el Dios de los Sueños le dé una mano?- pregunto Ophis queriendo que Red le tenga un poco más de estima al castaño.

-Tu eres la que está a cargo de él... sigo creyendo firmemente que hay muchos otros seres más capacitados que él, no es tan difícil arrebatarle a Ddraig y dárselo a alguien más capacitado- opino el dragón desviando la mirada.

-Muchas veces Red, te he visto comportarte como un verdadero y majestuoso Dios Dragón, pero lamentablemente también te he visto comportarte como un idiota... y esta es una de esas veces- respondió la Dragón entre Dragones a la respuesta de su pareja. Haciendo que Red la mire de reojo y repiense sus palabras.

Usando su dedo índice, la mujer de cabellera negra como la noche, buena figura y ojos color púrpura intenso, abrió una especie de grieta en la que se adentró.

Ella apareció en un parque en el cual se encontraba un hombre se larga cabellera negra, vestido con un traje elegante y que tenía en su poder una espada sacra demasiado ancha como para usarla a una mano, pero aquel hombre la sostenía como si de algodón se tratase.

Este hombre con la espada era Kokabiel, que miraba atónito la llegada de aquella mujer. Al frente de este hombre se encontraba un joven de cabello castaño, tirado en el suelo bajo un charco de líquido rojo oscuro que salía a borbotones de una profunda herida en medio de su pecho, en la cual todavía tenía incrustada una espada negra con el filo rojo carmesí manchada con la sangre del que fue su portador. Estaba totalmente embarrado por su propia sangre, su cabello castaño era lo único que se podía distinguir de aquella escena sangrienta.

-O-Ophis Ouroboros...- pronunció con voz temblorosa a la vez que daba un par de pasos atrás.

-No sé porque te muestras sorprendido, pequeño cuervo... sabías perfectamente que esto pasaría. Después de todo, dudo mucho que hayas dejado de verlas... "Ángel de las Estrellas"- soltó Ophis con una voz neutra, aunque Kokabiel podía notar un mínimo atisbo de molestia.

Kokabiel miro a su alrededor y vio un círculo mágico a medio formar. Lo miro por unos segundos y aquel círculo parecía no mostrar cambios. De manera instintiva vio a los árboles, estos mostraban los claros signos de que el viento meneaba sus hojas... pero estos no se movían. Miro al joven castaño enfrente suyo, viendo que su sangre ya no se esparcía... era como si todo a su alrededor se hubiera congelado.

-Como lo...?- trato de pronunciar el cadre estando algo nervioso. Pero pronto ese nerviosismo se transformó en calma por alguna razón.

-No tengo que explicarte nada... no me interesa tus intenciones, ni tu facción. Pero lo que le hiciste al Sekiryuuttei... es algo que no puedo pasar por alto- dijo Ophis acercándose a Kokabiel lentamente.

The Love a Fallen DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora