4. Charla

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Narra USA.

El lugar era enorme, más que ser una habitación, era más bien un departamento grande con bastantes lujos.

Desde donde yo estaba, podía observar una pantalla plana de varias pulgadas frente a una sala color negra de piel, más al fondo, había una puerta corrediza de cristal transparente que conducía a un yacuzzi al aire libre.

Méxi tenía un muy buen lugar.

—Ven —repitió de nuevo el contrario con una actitud un poco más reservada—, la cama está de éste lado.

Por su parte, caminó hacia la izquierda dirigiéndose hacia una puerta. No hice más que seguirle el paso.

A decir verdad, todo el lugar estaba muy limpio y ordenado, no había música ni nada por el estilo. Estaba muy silencioso.

Entrando a aquella habitación hacia donde me condujo, estaba una gran cama al igual que una cámara profesional de video, la cuál estaba montada sobre un tipo estabilizador. Más al fondo, solo un armario, mientras que algunas luces verdes iluminaban la oscuridad del ambiente.

—Pasa —dijo sin mirarme—, toma asiento.

Me sentía un poco extraño, nunca había estado un hombre que se prostituyera, y ninguna persona que de igual manera se dedicará a lo mismo, me había tratado así.

No hice mucho caso a aquel sentimiento desconcertante y simplemente pasé a la habitación para luego sentarme en la orilla de aquella cama king size.

Por su parte, el moreno se acercó a aquél armario y abrió ambas puertas del mismo, buscando algo de ropa allí.

No le di mucha importancia a lo que él estaba haciendo, simplemente le di un vistazo y agaché la mirada un poco avergonzado, pues aún me faltaba decirle sobre mi situación.

—¿Quieres que me ponga algo en especial? —cuestionó el contrario—, ¿Conejo? ¿Alguna braga o falda?

—No, no —negué con la cabeza mirándolo de reojo—, de hecho, tengo algo que decirte.
Solté aquello con un suspiro pesado, me sentía muy avergonzado.

—Ah, claro —respondió para luego dejar de lado el hecho de que estaba buscando algo de ropa y se acercó a mi para sentarse a mi lado—, lo siento, lo había olvidado.

Siendo sincero, creo que nunca nadie en mi vida se había tomado la molestia de dejar de lado cualquier cosa solo para escucharme con atención.

—Eh, sí —mis palabras temblaron un poco, estaba nervioso—. Ésto sonará tonto, pero tengo que ser honesto y decirte que me equivoqué al pedir verte.

Aparté la mirada con vergüenza, no quería ver su reacción.

—¿Cómo? —preguntó—, no entiendo.

—Sí —continué—, no sabía que eras hombre y la verdad es que no gusto de ellos, pagué tus servicios pensando que serías una dama.

—Oh, tranquilo, lo entiendo —respondió el contrario con bastante tranquilidad—. Si quieres, puedo ponerme algo de lencería con una falda o vestido, creo que igual puedo gemir igual de suave que una chica.

—No, no —negué de inmediato—, tampoco me gustaría hacerte sentir ridículo.

—Es mi trabajo —afirmó poniendo una de sus manos sobre mi hombro—. Si lo quieres, igual puedo hacerte un oral mientras cierras los ojos o miras a otro lado.

—No, tranquilo —volví a negar mientras él quitaba su mano—, no necesito que hagas nada.

—Pero, ya pagaste por verme y debo trabajar —continuó insistiendo—, tengo otra clase de servicios si quieres, puedes grabar mientras lo hacemos; no te puedes llevar el vídeo sin pagarlo, pero puedes reproducirlo en la pantalla de la sala.

Sweet • Countryhumans • USAMEX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora