17. Limpieza

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Narra México.

Estuvimos de vuelta en tan lujosa mansión alrededor de las 11:00 del día.
Fue difícil para mí aceptar regalos tan caros provenientes de USA, tenía bien en cuenta que yo era de su agrado y que de algún modo, sentía cierto aprecio hacia mi; sin embargo, me incomodaba la idea de simplemente convertirme en un gasto más en su vida, siendo que no soy más que un empleado para él. Después de todo, pagó por mis servicios.

«Sí, es cierto», pensé mientras él frenaba el auto frente a la residencia «no debo olvidar que él sigue siendo mi jefe, que él no pagó para que yo implicará ser un gasto más».

Agaché la mirada en cuanto el auto se detuvo y miré el par de bolsas de compras que tenía en mis manos. Tenía que hallar alguna forma de pagarle por aquellas prendas y calzado; además, USA y yo no eramos amigos, no desde el momento en que hizo tratos con mi jefe.
Las palabras de Alonso quedaron bien grabadas en mi mente, pagaron por mis servicios, así que no haría nada más que mi trabajo.

—Disculpa que te tenga que dejar rápido —dijo mientras abría la puerta del auto—, tengo que ir a tratar un par de asuntos pendientes.

—No te molestes en bajar —abrí la puerta y bajé del coche con las bolsas en mano—, agradezco tu atención y el gesto también —dije, refiriéndome a las compras—. Nos vemos después.
Finalmente cerré la puerta del auto y caminé hacia la casa, sin mirar atrás, manteniendo un poco de espacio entre nosotros y marcando una línea en nuestra relación.

Sería difícil no encariñarme de él tomando en cuenta todas las veces que fue a charlar conmigo, pero lo único que debía hacer durante esos cuatro meses, era tomar siempre en cuenta las palabras de Alonso.

Escuché como el auto se marchó cuando tuve una mano sobre la perilla de la puerta, suspiré profundamente y abrí la puerta.
Fue un poco extraño ver qué Linda estaba frente a la ventana, como si nos hubiera estado observando, pero traté de no ser un maleducado.

—Hola Linda —dije con un poco de nervios y agaché la cabeza para caminar hacia mi habitación.

El ambiente se sentía aún más extraño porque no recibí ninguna respuesta, pero no traté de no prestarle atención a eso.
En cuanto entré a mi habitación, dejé las compras sobre la cama y me recosté para descansar un poco, porque ahora que lo pensaba, no tenía nada más qué hacer.
Hacía mucho tiempo que no me sentía así de libre, literalmente no tenía nada qué hacer; aunque siendo honestos, allá en el edificio donde trabajaba tampoco tenía alguna responsabilidad, pero simplemente se sentía bien descansar unas horas sin tener sexo a cada cinco minutos.
Me trajo paz el simple hecho de que USA me sacó a dar un paseo al aire libre y me sentí halagado de recibir sus regalos.

Pero simplemente no debía acostumbrarme a ello, debía tener muy en cuenta que él solamente sería mi jefe durante cuatro meses y que simplemente existen jefes que son buenos y compasivos con sus trabajadores, y que USA era uno de ellos.

Aún así, tanta paz y comodidad simplemente eran como un sueño, jamás tuve la oportunidad de dormir tan bien como cuando llegué a esa casa, dormí toda la noche y aún así tenía ganas de dormir más.

Pero él sonido de un par de golpes en la puerta perturbaron  mi tranquilidad, no hizo falta ni dudar de quien tocó, pues Linda abrió la puerta en seguida.
—Oye —habló con autoridad—, tengo unas cosas que hacer así que me iré temprano.

—De acuerdo —respondí un tanto desconcertado.

—¿Qué esperas? Levántate y ven.
Rápidamente dió media vuelta y comenzó a caminar, así que simplemente hice lo que me pidió y fui tras ella.

Hubo silencio hasta que llegamos a la cocina, ahí se detuvo y me miró con bastante seriedad.
—Estas serán tus tareas —señaló un papel que estaba pegado al refrigerador por un imán—. No he terminado de hacer el aseo, así que tú lo harás por mi.

—Espera… —hablé confundido y hasta un poco avergonzado.

—Nada de excusas —levantó levemente la voz sin dejar que terminara de hablar—, al igual que yo, tú también trabajas para el joven USA, ¿no?

—Sí, pero…

—Pero nada —me interrumpió—, además, vives aquí, ¿no crees que deberías ayudar en algo en la casa?

Guardé silencio por un breve momento, pues en aquello tenía algo de razón.
—Es que…

—Es que nada —continuó interrumpiendo a la vez que tomaba la sudadera que estaba sobre una silla—. Me tengo que ir.
Rápidamente pasó al lado mío y salió de la cocina, obviamente la seguí porque tenía cierto inconveniente acerca de su petición, aunque ella no me dejó hablar. Detuvo su paso en seco estando frente a la puerta y se puso aquella sudadera.
—Por cierto, USA ya está enterado de ésto, así que no hace falta que le digas algo al respecto.

—Sí pero, Linda, tengo que decir…

—¡Nos vemos!
Y fue después de aquellas palabras que ella salió de la casa y cerró frente a mi cara.

Mordí mi labio inferior con nervios, ella no me dejó hablar en lo absoluto, por lo tanto no pude decirle nada sobre mi problema.
No estaba en desacuerdo con ella, entendía perfectamente que estaba en casa ajena y que, de cierto modo, debía apoyar lo más posible como agradecimiento por su atención y amabilidad; pero, eso no era lo que me preocupaba…

Caminé hacia la cocina con inquietud, no sabía cómo ni por dónde empezar, pero al menos debía intentarlo. Me dirigí directamente al refrigerador y observé con atención la hoja de papel que estaba ahí, pero simplemente era inútil, no pude descifrarlo.
Yo no sabía leer.

Di media vuelta y miré a mi alrededor, la mesa estaba desordenada y el piso un poco sucio, al igual que la estufa. Caminé hacia las escaleras, mirando atentamente todo el ambiente. Entré a la habitación de USA y a la mía, también al baño. Fue así como me di cuenta de que toda la casa estaba sucia y desordenada; no quería menospreciar el trabajo que seguramente Linda hizo, pero parecía que no había limpiado nada.

De cualquier modo, alguien debía hacerlo y yo era el único en casa, por no mencionar que estaba viviendo ahí y que USA me regaló bastante ropa y zapatos, tal vez sería una manera de compensar su amabilidad…

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⏰ Última actualización: Sep 09, 2023 ⏰

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