17

4.2K 189 8
                                    

La mañana del 24 amaneció tranquila, con el sonido lejano de las olas rompiendo en la costa y una suave luz colándose por las cortinas. Valentina, aún medio adormilada, abrió los ojos cuando sintió el aroma inconfundible de yerba fresca. Emi estaba junto a la cama, sosteniendo el mate recién cebado en una mano y una bandeja con bizcochitos en la otra, una sonrisa traviesa adornando su rostro.

—Buen día, dormilona —dijo él, ofreciéndole un mate y sentándose a su lado.

Ella sonrió, estirándose en la cama antes de aceptar el mate. Mientras lo tomaba, observaba los bizcochitos caseros que había traído desde una panadería local. Ya llevaban dos días en Mar del Plata, un viaje que habían decidido hacer para asistir a un homenaje que le harían a él en la ciudad. Valen había aprovechado la escapada para desconectar, disfrutar del mar, y tomarse un respiro antes de enfrentar las decisiones importantes que tenía por delante sobre su futuro.

Mientras mordía uno de los bizcochitos, dejó escapar un suspiro de satisfacción.

—Dios, esto está buenísimo... —dijo entre risas, devorando otro—. Es la gloria.

—Te dije que esta panadería no falla. Siempre paso por acá cuando vengo —respondió Emiliano con una sonrisa, dándole un sorbo al mate antes de mirarla con una mezcla de seriedad y cariño—. Che... yo sé que no querés pensar en esto ahora, pero ¿qué tenés pensado hacer después de las fiestas?

Valen lo miró, percibiendo la preocupación en su voz. Sabía que él había notado su incertidumbre en las últimas semanas, pero aún no estaba lista para revelarle todo.

—Sé que tuviste propuestas para seguir arbitrando en la Sub 20 —continuó él—, pero como no me dijiste nada más, asumí que no querías seguir ahí.

Valentina soltó un leve suspiro, dejando el mate a un lado y gateando lentamente hacia él para acortar la distancia entre los dos. Con un gesto suave, limpió una miga que había quedado atrapada en su barba levemente crecida, sintiendo el familiar cosquilleo en la piel al contacto.

—La verdad es que no creo que siga ahí —admitió, jugando un poco con los mechones de su cabello—. Ya tengo algo en proceso para firmar con un club, pero me dijeron que hasta después de fin de año no voy a tener novedades.

Le lanzó una mirada cómplice mientras acariciaba su mejilla, pero en realidad estaba ocultando la verdadera sorpresa. El contrato ya estaba prácticamente cerrado, solo faltaban algunos detalles. Valentina había decidido no decir nada hasta que estuviera todo listo, porque tenía un plan: quería sorprender a Emi con la noticia de que había firmado con el Aston Villa, el club que él tanto admiraba. Y por eso todo era tan secreto.

—Además —continuó, intentando cambiar el tema sin levantar sospechas—, también tengo que pensar en el viaje a Inglaterra.

Emi frunció el ceño, visiblemente intrigado por la vaga respuesta, pero no insistió demasiado.

—Ojalá no terminemos estando tan lejos... Me va a costar mucho empezar el día sin vos —murmuró él, con un tono vulnerable que pocas veces mostraba.

Valentina sonrió, sabiendo lo que significaba para él la cercanía que habían construido.

—Te prometo que no vamos a separarnos tanto —le dijo, tratando de contener la emoción de su pequeño secreto—. De hecho, diría que va a ser como si estuviéramos viviendo juntos.

Él levantó una ceja, sorprendido pero sin querer profundizar. Sabía que ella solía ser reservada con las grandes noticias, y que tarde o temprano le contaría todo. Así que simplemente la abrazó, disfrutando del momento de calma entre ellos, mientras el sonido del mar seguía de fondo, envolviendo la habitación en una atmósfera de tranquilidad.

vulnerabilidad - dibu martinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora