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La sangre salía de aquel hoyo provocado por el arma blanca, su agresor huía como si no hubiera dejado un cuerpo moribundo atrás de él.
Se enderezó en su lugar, o eso trato sin éxito alguno. La sangre seguía saliendo, sin ningun objeto que sirviera como tapón para que dejara de fluir la sangre.
Sus manos no podían detener el sangrado, ¿Que corto ese cuchillo en su interior que ahora sale tanta sangre?
La noche había caído, el frío aire hacía que sus huesos se congelarán, ¿Así iba a morir? Solo y cubierto de sangre, tal y como vino al mundo.
Lo peor, no pudo cumplir con su promesa, dijo que iba a estar bien, a salvó. Pero a veces, unas promesas no pueden ser cumplidas.
Sus ojos comenzaron a cerrarse, y lo último que llegó a ver antes de caer en los brazos de la muerte, fue el pequeño brillo de la única estrella que se apreciaba en la noche a pesar de las luces de la ciudad.
“Q-que bonito...”
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Gritos, había muchos de esos a fuera de dónde estaba, bueno, ni siquiera sabía en dónde estaba.
Había despertado hace unas horas, y lo inicio que llegó a ver era que no estaba en su mundo, eso era algo claro.
“¡¿Cómo pudieron descuidarlo de tal manera?!” gritaba la joven atrás de la puerta, llevaba un buen rato así.
Al parecer, había reencarnado en el cuerpo del Duque Marker Krytiel, el prometido de la protagonista del Webtoon que había leído antes de morir.
‘¿Es ahora dónde hago ejercicio para quitar este peso y me convierto en un buenote con mucho dinero?’ pensó con cierta diversión.
Y es que al parecer desde que había salido de Arbezela hacía el reino, ¿Cuál era ese reino? No importa, se le había administrado aquella droga mágica que deterioraba su salud.
