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Las miradas de los nobles no eran para nada discretas, ellos observaban a la gran apariencia del que sería el prometido de la hija legítima de la Emperatriz.

El Duque Marker Krytiel un hombre que era conocido por las múltiples alianzas diplomáticas que había hecho en nombre del Emperador Jadier de Secramise, el emperador del vasto y poderoso imperio de Arbezela.

El traje de color negro junto a la camisa rosa lo hacía ver elegante y sofisticado sin quitar ese aire de peligroso.

Los iris de la princesa se dilataron al momento en que la mirada del duque se topo con la suya, sus mejillas se sonrojaron a tal mirada.

Pero tan pronto como sus ojos se toparon también fueron desviados, el Duque ni siquiera la volvió a mirar.

“¡Hoy celebramos este banquete para alguien que llevo el nombre de Arbezela con Honor!” la imagen del Emperador se hizo presente ante los nobles, el Duque se quedó parado en medio del salón observando el holograma del emperador. “¡Ofrezco un brindis al gran Duque Krytiel!” alzo su copa con el mas puro de los licores, los nobles lo siguieron y en vez de recibir una mirada de pena o de lastima como debía ser en primer lugar, recibió en su lugar una sonrisa de satisfacción. “¡Que también es el prometido de la Princesa Ariana!”

Llevo la copa de licor a sus labios dejando que su paladar saboreara el fino licor, mientras bebía el contenido no pudo evitar desviar la mirada para ver al joyero de la princesa, la que sería su prometida.

Que horror’ pensó al observarlos, sus ojos de un rosado casi negro se encontraron con esos ojos dorados

Sonrió, sabía que había estropeado los planes de ese lindo zorrito que lo quería humillar solo por ser el futuro esposo de la mujer que el zorro amaba.

Patetico

Dejo la copa sobre la bandeja del pobre sirviente que no quería estar en ese caótico lugar llamado, Banquete.

Subió por las escaleras que daban a la princesa, pasando por enfrente de los amantes de su prometida.

Sus ojos observaron a cada uno de los amantes, su sonrisa solo mostraba a arrogancia y superioridad, en ningún momento bajo la mirada, tampoco dejo de tener su cabeza levantada mostrando que el no era como ellos.

Al llegar a lo más alto de las escaleras, desvío su mirada hacía la princesa, está estaba sentada observandolo.

Su mirada amatista recorría su cuerpo, sus labios estaban húmedos por anteriormente lamerlos, y la forma en que estaba sentada era un claro inicio de que lo esperaba.

𝐓𝐘𝐏𝐄 𝐁𝐎𝐘     El Joyero de la PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora