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La princesa observó entrar al salón de recepción a la única hija del Ducado Krytier, se quedó sentada observando cómo la dama se inclinaba ante ella.
“Saludos a su Alteza la princesa Ariana, que Astotelia la ilumine”
‘O la elimine’ completo en sus adentros Marittela mientras se enderezaba, camino hasta el suave sillón hecho con el material más fino y caro de todo el imperio, del continente tal vez o incluso del mundo.
Hecho con madera de caoba tallada por los mejores artesanos, su tapizado hecho a mano, cada fibra de algodón colocada meticulosamente y su color, tan difícil de conseguir incluso para la familia imperial que debían de plagiarlo con magia, el magenta.
“A que debo su vista Alteza, lamentablemente mi hermano no está presente”
La princesa Ariana sonrió, su sonrisa más encantadora que haría sonrojar a la damas ingenuas de la sociedad, pero no era el mismo efecto en Marittiela, no, ella era diferente y por eso Ariana estaba ahí.
Marittela se había hecho notar como la anfitriona del Ducado durante los años en que su hermano no estaba presente, a veces no solía estar para ir ayudar a su hermano.
Una mujer que no herederia el Ducado solo por ser mujer, Marittela Krytiel tenía ya 19 años, tenía la edad óptima para contraer matrimonio y hereder el Ducado.
Y ella, Ariana, le daría el Ducado si Marittela le ayuda a tener en su poder a Marker Krytiel.
“No es a su hermano a quien busco Señorita Marittela-”
“Princesa en realidad, Soy la princesa del Ducado Alteza, no una simple señorita espero y perdone mi interrupción”
Marittela interrumpió a la Princesa Ariana, está sonrió débilmente como si la acción no fuera grosera así que reanudó su habla con la ligera corrección, no iba a decirle que ese título no existía por qué el Emperador no lo otorgó.
“Como decía Princesa Marittela, no busco a su hermano, a quien busco es a Usted.. se que usted posee grandes conocimientos que son tristemente desperdiciados”
La oji-amatista inclino su cabeza levemente mientras su mano se posaba en su mejilla derecha con una expresión angustiada.
“¿Desperdiciados dice?”
“Asi es, durante años se encargo del Ducado como su anfitriona, se encargo de la mansión y del territorio, y también de su reputación, ahora el Duque se encargo de destruir eso...”
La princesa hizo una expresión tan lastimosa, como si estuviera dolida por las acciones del Duque
