2. Modales
Yue se encargaba de preparar a los niños mientras que Amaris se secaba el cabello, sintió incomodidad al verse al espejo y notar lo oscuro que estaba y el cómo su apariencia también había perdido cierto brillo "en verdad me gusta el rojo" se dijo mirando con ternura el mechón que rescató.Eexhaló con desgano y volvió a las habitaciones donde todos los niños ya estaban bien vestidos, peinados y perfumados.
—Solo faltas tú, ven aquí—dijo Yue con ternura, Amaris le hizo un ademán para que se acercara y con mucho cuidado le mostró el producto de su travesura, Yue sonrió con nerviosismo y le aseguró que lo ocultaría muy bien entre las trenzas—Se esforzó tanto en ocultar tu cabello, pero le será imposible ocultar la belleza que te heredó la señora Igna—sonriente recordaba a la mencionada—ojalá el Señor Selver se de cuenta de lo que está haciendo esa mujer.
El alboroto que reinaba en la mansión desde temprano fue callado una vez fue anunciada la llegada del Noble, Briana se había esforzado tanto en parecer de la alta sociedad que no había quedado rastro del feo orco, sólo su amarga expresión que advertía a todos que debían guardar silencio y mostrar respeto o si no lo pasarían muy mal. Al abrir la puerta la expresión cambió y recibieron cálidamente al noble Señor Selver Gin, recién nombrado Conde de Gin.
—Es de mi agrado apreciar cómo este lugar no ha cambiado mucho—dijo después de saludar—permítame presentar a mi hijo, Gray de Gin—el joven se acercó y cortésmente besó la mano de la mujer, los niños apretaron los labios tratando de forzarse a no hacer ningún comentario, pero muy muy bajito uno de ellos exclamó "Qué asco, le saldrán sapos en los labios" algunos mantuvieron la calma y otros se cubrieron la boca tratando de ahogar la carcajada que les nacía tan solo imaginar la situación—Gray, mientras la señorita Briana atiende mi visita, pídele a uno de los niños que te de un recorrido por la mansión—Dijo el hombre al ver el entusiasmo en la sala y luego volvió la vista hacia Briana—aún es muy joven para entender de negocios—La gorda se mordió el labio asintiendo y la cólera ardió en su mirada cuando vio a Gray acercarse a la pequeña Amaris.
—¿Sería tan amable... ?—dijo el niño muy formal y Amaris, que no había estado prestando atención, quedó en blanco al perderse en los claros cabellos del jovencito que hacían alusión a su nombre, la niña a su lado notó la mirada asesina de Briana y con disimulo susurró "sólo di que sí y distráelo" Rápidamente Amaris volvió en sí y recuperando la postura respondió
—Por supuesto—sonrió e hizo alarde de sus modales con una sencilla reverencia—Señorito, sígame por favor—el niño sonrió ante el gesto y la siguió, los niños exhalaron con alivio tan pronto los vieron desparecer entre en los pasillos y Yue en especial, sintió mitigar ligeramente su angustia.
Recordando las órdenes de Briana los niños se encerraron en las habitaciones y los sirvientes permanecieron atentos a cualquier petición de Selver, pero no debían dirigirle la mirada. Por otro lado, Amaris ya había planeado lo que haría, la tarea que le impusieron no debía ser impedimento para acercarse al despacho y escuchar lo que el orco diría con tal de engatusar al noble. Mientras tanto, Gray la miraba confundido desde que ella dio la vuelta ignorando el hecho de que podría ser un error desatender al joven.
—¿Sabe que es de mala educación espiar conversaciones ajenas?—preguntó al verla acercar la oreja en la puerta, ella, después de recuperar el aliento por el susto que le causó el repentino comentario, se llevó el índice a los labios con el ceño fruncido.
—Admito que estoy extrañado—escucharon la voz de Selver y el pequeño también se dejó llevar por la curiosidad—Vine aquí con la certeza de encontrar la presencia de la legítima heredera, la señorita Amaris Aureum
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Caperucita de Cristal
WerewolfMuy en el fondo de mi corazón sabía que era especial, pero no se trataba de algo como lo que ocurría en los cuentos que solía escuchar, yo no quería tener magia o un don que me facilitara la vida, en primer lugar, era tan niña como cualquier otra ni...