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"Un café por favor." Murmuró Rose, mientras se sentaba dentro de una cafetería que había encontrado cerca de su casa. Era pintoresca y acogedora, a pesar de que la temperatura sólo parecía subir, ella disfrutaba mucho tomar su preciado café caliente.

"¿Algo más señorita?" Le preguntó la empleada. Rose levantó su vista de sus manos manchadas de pintura y asintió.

"Un crossaint." Y sonrió, eran los favoritos de su hermana mayor.

"Sale enseguida." Aseguró muy cordialmente la empleada e hizo su camino hacia la cocina.

Rose había estado encerrada en su habitación por horas y horas. Tenía que terminar una entrega de pinturas y estaba demasiado ansiosa como para pensar en dejar su hogar. Se había mantenido allí por más tiempo del normal y sintió como sus piernas dolían por mantener la misma posición por mucho tiempo. La verdad era que estaba algo ciega y dulcemente enamorada de su carrera y eso le hacía feliz, muy feliz.

Su hermana mayor Sky, vendría a visitarla en un par de días y estaba contando los días para verla nuevamente después de tanto tiempo separadas. Rose se imaginaba a Sky hablando solamente de los planes de su boda y chillando cada vez que hablara de su prometido, Nicholas. Los dos, según Rose, eran el perfecto cuento de hadas y se sentía tranquila al saber que su hermana estaba tomando la decisión correcta, ya que Nicholas era el hombre ideal para ella.

¿Cuál sería el hombre ideal para Rose?

Sus pensamientos y lado creativo se fusionaron, intentando formular prototipos de la persona que encajaría a la perfección con la impulsiva artista pero increíblemente tímida Rose Maggiacomo. Las opciones no llenaban las expectativas de la joven y se encontró con la realidad al darse cuenta de que ni siquiera en sus sueños e imaginaciones había lugar para alguien, ese tipo de alguien. Aquel que la abrazara cuando pintara algo hermoso, o uno al que le gustara jugar con Jack tanto como ella lo hacía. Aquel que la sostuviera mientras ella se dormía, aquel que estuviera dispuesto a quererla, incluso cuando Rose creía que eso era imposible.

Todo corazón quiere ser amado, reclamado y deseado pero muy pocos son valientes lo suficiente como para gritarlo. Y quizás el corazón de la chica era el menos valiente de todos. Algo en el fondo de ella sabía que necesitaba ese alguien en su vida, de verdad lo hacía, pero sabía que acarrear las consecuencias y responsabilidades de querer la superaban. Era muy difícil, casi doloroso.

¿Y por qué dolía tanto? Su pasado estaba arraigado a cada célula de su cuerpo, a cada rincón de su alma y aunque ella intentaba escaparse de el a diario, muchas veces no lo lograba. Rose se había obligado a sí misma a ser fuerte y pretender que ya no dolía, como cuando apenas tenía nueve años, sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y se veía más sola que aquellas noches oscuras, alcanzaba para hacerla sentir débil.

Frágil y derrotada como una hoja que cae de un árbol en otoño. Sin escapatoria o salida, sin solución o respuesta. Sin esperanza. Quizás ese era la peor parte de haberse aislado del mundo a su alrededor a tan temprana edad. Ella había dejado de creer en cualquier cosa que se tuviera una mínima relación con los sentimientos, con el tema corazón. Rose corría cada vez que escuchaba o sentía algo abrumador venir a su lado, ella simplemente escapaba. Y la razón no era otra que su propio temor.

La pregunta era y es; ¿existe alguien que no tiene miedo a ser lastimado? La respuesta es no.Todo ser humano vino al mundo cargado de miedo y sueños, de fracasos y expectativas. Sin embargo, el poder oculto detrás del miedo es la fe y es ella quién te llevara a cumplir cualquier deseo que venga de tu interior. Rose ignoraba ese hecho pero lo sabía. Sólo que quizás, aun no había recogido el valor suficiente para ser valiente y enfrentar sus pesadillas.

Corazón artista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora