Corazón artista.

14.

Canción: Gravity, Alex & Sierra

Las gotas caían sobre el techo del auto y terminaban por deslizarse hasta las ventanas, formando una imagen distorsionada del exterior para quien miraba desde adentro. Se sentía tranquilo allí, seguro, rodeado por miles de gotas de lluvia que caían alrededor. Un sentimiento de calidez, mezclado con una ansiedad que crecía de a poco. 

La miró, sus ojos sin poder resistirse a su presencia. Parecía tranquila, su respiración suave cerca de él, mientras miraba por la ventana y él encendía el auto, para ponerlos en marcha. Una sonrisa apareció cuando notó que aún estaba abrazada su mochila, con su cuaderno de bocetos por ahí. Su cabello largo y oscuro, su piel blanca, sus labios rosados y aquellos ojos grises tan hipnotizantes que tendrían a cualquiera sobre sus rodillas. Que lo tenían a él haciendo equilibrio en la cuerda floja que era su corazón tan receloso, pero sabía que era demasiado valioso. 

En la radio sonaba una canción romántica, las letras colándose en el corazón de ambos. La inmensidad de sus sentimientos por el otro parecía estar retratado en aquella canción. Las mejillas de Rose se calentaron al escuchar con atención y temía mirarlo, porque algo le decía que a pesar de que estaba ocupado en el volante, sus ojos la seguían. Pero allí estaban ellos, Rose con su recelo, su miedo que era tan obvio, y Dominick con aquel deseo infinito de conocerla, de perderse en ella y no volver atrás. 

No matter what I say or do
I'll still feel you here 'till the moment I'm gone  

Un suspiro quiso escaparse de su garganta. Aquel montón de bocetos que tenía guardados en su cuaderno eran la prueba más exacta de que él nunca se iba, siempre estaba con ella. Aunque Rose no quisiera, él nunca dejaba sus pensamientos. Y era tan extraño, tan diferente, tan nuevo, que ella en toda su inocencia no lograba comprender que le sucedía; porqué de repente aquel hombre que estaba a su lado se había convertido en algo tan... presente, esencial casi. ¡Y cómo le asustaba saber eso! 

Dominick esperaba que ella dijera algo, pero se mantenía muda, navegando en aquella mente que él se moría por conocer. Sólo habían avanzado un par de calles, pero parecía que había pasado una eternidad, debido a su silencio. 

You hold me without touch
You keep me without chains  

Rose al escuchar aquella parte de la canción se abrazó a sí misma, mientras sus ojos no dejaban de mirar hacia afuera, donde la lluvia caía con ímpetu, su memoria llevándola a aquella noche en la que Dominick la sostuvo cerca y alejó, de alguna manera, aquellos fantasmas que aún lastimaban su presente. Lo que sintió en aquel momento no lograría olvidarlo jamás. Aquella conexión tan fuerte, aquel fuego que recorrió su alma y le hizo saber que en medio de sus brazos... nada podía hacerle daño. Pero aún sin tocarla, solo estando cerca, Dominick lograba tenerla, aunque lo supiera, aunque Rose construyera la barrera más fuerte, él aún conseguía colarse en su piel. 

"Rose, si no te agrada la canción puedes cambiarla, ¿sabes?" Lo escuchó decir, su voz profunda despertándola de aquel trance en el que se encontraba. Rose enseguida se giró para verlo, avergonzada, sin saber qué decir. Y cuando sus ojos lo encontraron, todo se intensificó y no pudo emitir palabra, sólo negar con su cabeza. 

Él le sonreía, como siempre.

"¿Estás segura pequeña?" Le preguntó, preocupado por aquellos ojitos que aún lo miraban con aprensión. Él sólo quería que se sintiera cómoda, que se relajara a su lado. Dios, como lo mataba el hecho de que quizás ella le tenía miedo. Él jamás podría lastimarla, no podría hacerlo, era imposible. Para aquel entonces ella ya era demasiado preciosa para él.