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Pasos apresurados y ansiosos corrían por el pasillo, luego bajaban las escaleras con extremada velocidad. El cabello de Rose se movía por todas partes y el ritmo de su respiración era acelerado. Su corazón casi salía de su pecho y no recordó estar tan emocionada por algo antes. Jack la seguía con fidelidad y cuando alcanzó el picaporte de la puerta principal del edificio, casi soltó un grito.

En la calle, frente a su hogar estaba estacionado un taxi y de él se bajaba una muchacha de cabello rubio claro, largas piernas y ojos azules. Sky Maggiacomo, su querida hermana mayor. ¡Estaba en Nueva York! Rose había estado contado los días para la llegada de Sky, las semanas se hicieron eternas en la espera pero ahora ya no tenía que hacerlo más. Su hermana estaba allí y ella no podía ser más feliz.

Sky siempre había sido su mejor amiga. Ella conocía a Rose como a nadie y juntas eran casi iguales, como la misma persona en dos cuerpos diferentes. Sky era a la que le gustaba salir, tener citas y maquillarse. Y Rose era la que disfrutaba la soledad de su habitación, sus pinturas y la música triste. Eran opuestas pero eran iguales al mismo tiempo.

"¡Rose! ¡Oh dios mío!" Gritó Sky cuando vio a su hermana. Ella no recordó verla tan hermosa, se veía feliz y su rostro tenía un aura diferente. Se veía como la Rose que siempre quiso ser, la Rose que ella conocía y amaba.

Las hermanas se juntaron en un abrazo emotivo y cuando se separaron las dos tenían lágrimas en sus rostros. El amor entre ellas era palpable.

"Te ves hermosa, pequeña." Dijo Sky, dándole una mirada digna de un detective a su hermana menor.

"Tú estás radiante. Serás la novia más bonita." Murmuró la chica de ojos grises con una gran sonrisa en su rostro. A Sky automáticamente se le iluminó el semblante. Nicholas era la razón, su bello e increíble prometido.

"Gracias, ¿ese es Jack?" Preguntó, mirando hacia abajo sorprendida. "¡Eras un bebé cuando te vi por última vez! ¡Soy la tía Sky!" Exclamaba emocionada al cachorro que ahora movía su cola de un lado al otro.

"Oh, estás tan guapo." Sonreía mientras le repartía caricias por su cuello. Rose los observaba con una sonrisa. El taxista ahora terminaba por sacar la maleta de color violeta y la ponía sobre la acera. Rose se acercó y le agradeció, pagando el viaje.

"¿Subimos?" Le dijo a Sky. La rubia miró hacia arriba y asintió.

"El edificio es precioso Rose, se parece a algo que tendrías en una de tus fotografías." Reflexionó mientras subían las escaleras.

"Espera a ver mi apartamento. Papá se ha superado, lo sabrás." Decía, ahora subiendo las escaleras a su apartamento. Una corta pero emocionada conversación se desarollaba entre las chicas mientras subían, riendo y hablando entre ellas. Jack las seguía de cerca y parecía encantado con la visita.

Cuando llegaron a la puerta el corazón de Rose se detuvo por un instante, al pensar que Dominick podría salir de su hogar en cualquier momento. Las últimas semanas lo había visto muy pocas veces, sin embargo, cada vez que lo hacía su corazón bailaba una pequeña danza. Desde que habían compartido aquella pequeña charla en la oscuridad del pasillo, ella se encontró a sí misma pensando en él diariamente. Mientras pintaba, cuando escuchaba alguna canción, cuando tomaba fotografías, todo el tiempo. Y darse cuenta de ello fue el peor de los descubrimientos, ella estaba demasiado aterrada ante el hecho de que alguien ocupaba gran parte de sus pensamientos y distracciones.

Enredada en sus ideas abrió con rapidez la puerta de su apartamento, dejando que su hermana entrara.

"¡Dios mío! ¡Es precioso Rose!" Exclamó Sky, mientras sus ojos miraban por todas partes. Rose sonreía mientras cerraba la puerta.

Corazón artista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora