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Había sido un imbécil si pensaba que mi "novia" me iba a consolar y apoyar mientras le lloraba lo mal que me sentía con lo de Andrew.
Todo en mi vida apesta.
El amor apesta.
Yo apesto a un perdedor de primera clase que solo sabe joderlo absolutamente todo.
No me sorprende haber llegado a la playa después de treinta minutos caminando por la ciudad sin rumbo alguno. Siempre llego a este lugar, es algo que viene conmigo.
Me siento en la arena, sin importarme que la ropa quede manchada o algo parecido. Muerdo mi labio inferior, pero es imposible controlar las lágrimas que resbalan por mis mejillas.
—¿Puedo sentarme? —Escucho una voz femenina preguntar tras mi espalda.
Sé perfectamente de quién se trata y lo que menos quiero es que me vea llorando como un bebé.
—Supuse que estabas aquí desde que me trajiste el otro día. Es como tu lugar seguro, ¿cierto?
Ni siquiera la calma de su voz logra reconfortarme.
Se sienta a mi lado y mi cabeza, inconscientemente, acaba apoyada en su hombro. Su mano acaricia mis rizos y eso me hace romper en llanto.
—N-no es justo —susurro.
—Shh... No digas nada, cielo.
Su brazo me estrecha contra su pecho, en donde sigo llorando a moco tendido.
Honestamente, ella parece ser la única que está preocupada por mí en este momento y parece entender todo lo que me atormenta.
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