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Aurora resopló. ¿Qué era Ellery para ella? Difícil pregunta y más difícil la respuesta. Pero el hombre que le había ofrecido un puesto entre sus escritores contratados no iba a rendirse. Nunca lo hacía. La tenía acorralada y demandaba una contestación.
Ellery...
¿Qué significaba para ella?
—Ellery es... es todo. —Apretó los puños bajo la mesa al advertir la firme mirada de Arthur—. Su forma de ser me recuerda al mar en los días de tormenta. Es fuerte, impetuoso y dinámico. Tan impulsivo como el oleaje y a la vez tan fresco y lleno de vida. Es un alma libre que se siente pequeño en un mundo tan inmenso y eso le hace feliz porque entiende que es parte de algo más grande que no todos aprecian. Y con unas simples palabras es capaz de hacerme ver esa realidad que tanto valora. El mar es para él su segunda casa. Cuando se sumerge bajo las olas su sonrisa es indescriptible, como si fuera la primera vez que contempla esa mezcolanza violácea y anaranjada que el firmamento proyecta sobre el agua. Esa inocente felicidad suya siempre me ha gustado. Es como observar a un niño al que acaban de hacer un regalo. «Un presente de los dioses», solía decirme cuando admirábamos alguna puesta de sol. Sus ojos en esos momentos lo dicen todo.
—Pero... —la incitó a proseguir.
—Pero también es nada... porque cuando no está, es como si una parte de mí se perdiera. —El corazón se le encogió en el pecho. Aquellas palabras eran tan reales como el miedo que la abatía—. Es capaz de dejar un vacío arrebatador con su ausencia. Un vacío que solo él sabe cómo desvanecer. Ellery produce una sensación semejante al retroceso de las olas en la orilla de la playa; al principio te sorprende, pero te acostumbras y acaba gustándote, te hace sentir vivo, como conectado a algo. Pero cuando desaparece, quedas enterrado por una pesada capa de arena y te mantienes a la espera de que regrese una nueva ola y te libere. Ellery consigue que te sientas feliz a su lado, pero también muy solo. A veces da la sensación de que prefiere estar en un lugar donde no haya cupo para nadie más.
—Todas esas palabras guardan un solo significado.
Aurora observó las gruesas y densas nubes cenicientas que se desplazaban cubriendo el azul del cielo. Su propia voz le resultó extraña. Lo que sentía por Ellery, similar a un estallido de adrenalina, le atacaba los nervios. Esa sensación vertiginosa le impulsaba a actuar, pero ¿hacia dónde? Ellery no estaba y vivenciaba ese distanciamiento como si ella misma se hubiera extraviado, al igual que un puzle al que le faltaba una pieza para estar completo. Amaba el color miel de sus ojos, amaba su sonrisa y caía en brazos de la inseguridad cuando Ellery la trataba como a una amiga. Todo ello, como afirmaba Arthur, significaba una sola cosa: que estaba perdidamente enamorada de Ellery Queen.
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