Mune (2)

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La curiosidad era un arma de doble filo, en especial para la pequeña Eyi de diez años que tenía una actividad favorita, ver cazar a su madre, y aunque su materna era ignorante de la presencia de su pequeña en tal peligroso lugar, era una característica muy peligrosa de la niña, se volvía prácticamente invisible al internarse en el bosque.

Su madre levantaba el arco como si fuera parte de ella, cazaba un simple Nantang, en su cabeza estaba fresco el recuerdo de su madre contándole como cuando conoció a su padre el mismo estaba siendo atacado por una manada de ellos.

La flecha salió disparada hacia el animal que cayó en ese mismo instante sin ningún tipo de dolor.

La ventaja de espiar a su madre desde los árboles es que podía observar todo el panorama a la perfección, debido a esto, no perdió detalle de cómo un Nantang mucho más grande que él anterior estaba cazando a su madre por la espalda, así que sin pensarlo tuvo que revelar su posición.

—¡Sa’nok! —gritó alertando a su madre y para su mala suerte, también al Nantang, el cual de inmediato saltó a tratar de agarrar a la presa más débil.

—¡Eyi! —la llamó su madre preparándose de inmediato para cazar al animal que iba tras su pequeña. 

Eyi contaba la suerte de ser ágil pero con la mala de ser pequeña, por ende terminó cayendo del árbol hacia algunas hojas desapareciendo de la vista de Neytiri, mientras que la misma se encargó rápidamente de matar al Nantang, y correr al lugar donde había caído su hija. 

—¡Ma Eyi! —gritó la Na' vi quitando todas las hojas del camino pero sin señales de su pequeña — ¿¡Donde estás!? 

—¡Mamá!— un grito mezclado a un sollozo se escuchó sobre ellos dejando ver a la niña sobre una hoja, salvándose de la mortal caída. 

Neytiri hizo un pequeño gesto a su pequeña para que la misma se lanzará a los brazos de su madre, sin dudarlo bajo de la hoja y fue recibida por el abrazó de su madre donde se permitió llorar sintiéndose finalmente segura.

—Ma tanhì ¿Cómo llegaste aquí? ¿Que hacías aquí? —preguntó mientras secaba las lágrimas de los ojos de su hija. 

—Yo, quería verte cazar, ya te había seguido antes, perdóname madre. 

—¿Era eso? Ma tìyawn, solo tenías que decírmelo y yo te hubiera traído, pero no puedes asustar a tu madre de esa forma. 

—Lo siento mucho madre, lo lamento— repitió la niña sin detener su llanto. 

Neytiri no podía estar enojada, no era que ella no hubiera hecho en su niñez, y aunque ya había enseñado a su hija a luchar a la manera Na' vi, era obvio que para la niña no era suficiente los entrenamientos en la Aldea. 

Abrazo tan fuerte como pudo a su pequeña prometiéndole que todo estaría bien para luego cargarla en brazos y dirigirse con ella a su hogar, luego podría volver por lo cazado, pero su prioridad era su familia.

Abrazo tan fuerte como pudo a su pequeña prometiéndole que todo estaría bien para luego cargarla en brazos y dirigirse con ella a su hogar, luego podría volver por lo cazado, pero su prioridad era su familia

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Sa’nok: Madre.
Ma Tanhì: mi estrella.
Ma tìyawn: mi amor.

AVATAR: El camino de Eyi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora