MÍA | Capítulo 6

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...

Un poco más y había saltado de la cama para prepararme, los segundos que pude cerrar mis ojos habían sido suficientes para descansar.
Obviamente no, pero querer verlo era más grande que el cansancio y el sueño.

Me agradecí a mi misma unas cuantas veces por haberme duchado antes, como si lo hubiera intuido, ahora solo quedaba cambiarme y maquillarme tanto hasta que no parezca que mis ojeras ocupan el 75% de mi cara.

Lo nerviosa que me sentía me estaba haciendo dudar si debía ir o no, si lo que yo hacía estaba bien, realmente no sabía si el ya no tenia novia.

Y lo peor, era que todos estos planteos a mi misma aparecen mientras me estaba terminando de maquillar, casi lista para poder irme.
¿Me importaba de verdad o solo quería hacerme sentir mejor?

Elegí la ropa rapido y me mire por última vez en el espejo de mi pieza, en 10 minutos ya me encontraba sentada en las escaleras frente a la puerta, suponía que iban a tocar bocina y quería asegurarme de que iba a escucharlo.

Empecé una breve lista en mi cabeza de cosas que tendría que preguntar y asegurarme de no ser la tercera en discordia, otra vez.

Volví a ver mi celular para controlar el horario, y la ansiedad empezaba a apoderarse de mi otra vez, ya tendría que estar llegando y los nervios me comían la cabeza hasta que volví a ver su chat, su último mensaje en específico, me recorrió un escalofrio por el cuerpo. 

El ruido de la bocina me hizo salir de mi trance, rápidamente me levante y caminé hacia la puerta, asegurandome de que cerrara bien, una vez que sali, me gire encontrándome con una camioneta negra parada enfrente de mi.

—¿Mía no?

—Hola, sí soy yo. —el hombre desde dentro preguntó y enseguida bajo a abrirme la puerta, me sentía como en una película, tenía que calmarme si no queria parecer una boluda con Lisandro.

El viaje en silencio se hizo eterno, mis ojos se cerraban de vez en cuando, ir en auto y en silencio no era lo mejor para el sueño que trataba de esconder.

Finalmente, el hombre me indicó que habíamos llegado, mirando por la ventana me di cuenta que no era la cassa que ya conocia, esta era notablemente mas grande y perfectamente adornada su entrada con plantas y luces.

Baje del auto un tanto dudosa, aquél hombre amistosamente volvió a abrirme la puerta y me señalo discretamente que alguien se aproximaba detrás nuestro.

—Te agradezco Mario, podés ir tranquilo yo después me arreglo. —la voz varonil de Lisandro me hizo girar a verlo, su sonrisa suave, como siempre, estaba ahí tallada en su rostro. Mario ya se había retirado y quedamos ambos frente a su casa. —Hola bonita. —dijo acercándose a mi y depositando un corto beso en mi mejilla. No podía parar de mirarlo, cada centimetro de el me llamaba la atención, la forma de lo mas tranquila que tenia para actuar me hacía estar más nerviosa.

MÍA | Lisandro Martínez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora