—¡Mia! Te vas a caer. —Luca se reía mientras yo intentaba bailar en el escenario que decoraba una de las esquinas del bar, ni el baile y mucho menos el karaoke eran lo mio.
Marcaban las cinco de la mañana y el bar estaba casi vacio, al igual que la cantidad de cervezas que había ingerido.
Y lo que me preocupaba no era eso, si no, como aún así, casi sin la habilidad de pensar coherentemente, había un pensamiento que no me dejaba en paz, hasta cuándo dormia se hacía presente en mis sueños.Lisandro.
Y aunque ahora estaba en mi lista de personas que odio, solo para mantenerme dentro de lo moralmente correcto, no podía sacarlo de mi cabeza, hijo de puta.
—Bueno, vamos, ya di mucha vergüenza. —dije mientras me acercaba a la mesa donde estaba Luca terminando su cerveza.
—Loca de mierda, no se cómo no nos echaron todavía. —dijo y me miró sonriendo. —Te sonó un par de veces el celular, fijate.
De mala gana y con mi vista algo borrosa, lo agarre mientras esté seguía vibrando y en ese instante pense que mis pensamientos se volvieron algún tipo de manifestacion, los mensajes aparecían como una lista, uno tras otro, haciendo que mi corazón palpitara mas fuerte de lo normal.
—¿Quién es? —Luca habló cuando por fin despegue la vista del celular y lo mire casi asustada.
—Lisandro.
—No le contestes, Mía. —dijo agarrando mi celular y podía notar que no le gustaba la situación por su ceño fruncido y en la manera que me había hablado. —Es un ridículo, mira lo que te pone.
—Dame el celular. —queria asegurarme de que era real lo que veía, mi corazón estaba acelerado y las ganas de correr a buscarlo comenzaban a picarme la cabeza.
—No Mia, no le vas a contestar, es un pelotudo. —dijo alejando el celular de mi. —Vos no seas pelotuda como el, y no le contestes.
—Vos no te metas y dame mi celular. —su reacción me había sorprendido y hasta podría decir que me había enojado, desde cuándo el decidía que debia o no hacer. Tras un bufido y mirarme mal, me dejo el celular sobre la mesa y volvió a beber de su cerveza manteniendo su vista fija al televisor que reproducía algún video musical.
Los mensajes seguían ahí y todavía no sabía que hacer ni como reaccionar razonablemente, el último mensaje en el que pude leer un contestame mal escrito, llegó antes de que el tono de llamada comenzara a sonar y una ola de nervios me inundara el pecho, su nombre reflejado en la pantalla esperando mi respuesta.
Mi amigo notó enseguida lo que sucedía y su mirada demostrando desaprobación a cualquier cosa que hiciera logró que me levantara de allí y me dirigiera al baño lo mas rápido posible para poder contestar.
Mia...
Se escuchó a través del parlante al instante en el qué contesté, su voz ronca me hacía poner la piel de gallina.
"¿Dónde estás? Te extraño, Mia..." Volvió a hablar, arrastrando las palabras y dejándome nuevamente sin palabras. "Te voy a buscar Mia, por favor"
Mi moral peleaba intensamente con mi corazón, tratando de decidir quien tenía razón y que debía hacer. El alcohol en sangre no me ayudaba y mis decisiones no parecían de lo mas prudentes, otra vez estaba luchando con mi corazón que me pedía a gritos algo que probablemente no estaba bien.
Mia... Por favor.
Después de escucharlo suplicar una vez más, corté la llamada, no podía seguir escuchándolo así.
Trate de escribir lo más entendible y rápido que se pudiera la ubicación del bar, no estaba segura y probablemente me arrepentiría después, pero mi corazón era débil, y no podia manejar esto razonablemente.