MÍA | Capítulo 23

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Los rayos de luz empezaban a colarse por los ventanales de la habitación, las piernas de Lisandro estaban completamente enroscadas entre las mías, sus brazos pesados apretaban mi cuerpo contra el suyo y lo tranquilo que se veía, me hacia querer quedarme para siempre así.

Con la mayor de las sutilezas, me removí en mi lugar, intentando que, la especie de garrapata que se volvía Lisandro cada vez que dormíamos juntos, no se despertara.

La noche anterior no pude ver los mensajes que recibí de mis amigos, todavía no le había contestado a Lucas y me sentía culpable, al fin y al cabo el tuvo razón, aunque hoy en día, las cosas fueran distintas. Me daba vergüenza, pero estaba segura de que todo seguiría como siempre con el.

Los mensajes de Sofía se reflejaban en mis pupilas, no entendía a que se refería pero uniendo los hilos con los de Cristián, me estaba haciendo a la idea de que me iba a sentir mal en cuestión de segundos.

Mi ojos viajaban rápidamente por las redes, inundadas de odio, tratando de procesar toda la información que estaba ingiriendo. A penas los abría pero no me costó mucho entender toda la situación.

¿Que ganaba ella dejándome como una estúpida? No lo iba a entender jamás. Estaba claro que su intención era lastimar, no ayudar. Si la finalidad de sus comentarios fuera buena, definitivamente así no era la forma.

Confiaba en Lisandro, nadie lo iba a poder cambiar, pero un trago amargo recorría mi garganta... ¿Me había equivocado?
Otra vez me sentía ajena a mis decisiones, elegí al corazón, por sobre todas las cosas, como siempre.
Pero mi mente no dejaba de resonar...
¿Me había equivocado? ¿Lisandro realmente había cambiado? ¿Cuánto faltará para que se olvide de su amor por mi? ¿Sentía amor por mi?

La vibración de mi celular me saco de mis pensamientos, la pantalla se iluminaba con una llamada de Cristian, como si mi amigo tuviera un sexto sentidos que le avisaba cada vez que mi mente divagaba por lugares oscuros.

—Amiga, no me contestaste anoche ¿Que paso? ¿Estás bien?

Si, definitivamente tiene un sexto sentido.

—Cuti, recién me despierto —dije casi en susurro, Lisandro ni se inmutaba a mi lado, su sueño estaba lejos de ser pesado, era prácticamente un coma.

—Aaaah la mierda, mucho sexo anoche.

—Tarado. —le reproché entre carcajadas que no podía aguantar. Cristián simplemente existía y yo me descosia de risa.

—Escuchame, te paso a buscar y me acompañas a verle un regalo al boludo de tu novio.

Cierto. Lisandro cumplía años en menos de un mes, mi cabeza estaba completamente fuera con todo lo del accidente, y a decir verdad, hace un mes atrás no imaginaba ni sin querer, estar presente en su cumpleaños.

—¿Que carajo se regalan los millonarios como ustedes? —le respondí y escuche las carcajadas al otro lado del tono.

—En 15 estoy, loquita.

La llamada terminó, Cristián me distrajo pero aún tenía una sensación extraña el pecho. Bastó con mirar al hombre adormecido a mi lado, buscando con su brazo mi cuerpo para olvidarme de aquellos pensamientos.

Tenía que escapar lo más rápido que pudiera de sus brazos, no solo iba a dejar plantado a mi amigo, si no que, un segundo más a su lado y no saldría de la cama en todo el día.

¿Cuánto faltará para que se olvidé de su amor?


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