MÍA | Capítulo 26

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Miraba con mucha atención la entrada del predio, el vidrio polarizado del auto que Lisandro había encargado para mí dificultaba un poco mi visión, tuve un viaje de unos largos 15 minutos desde el hotel donde me hospedaba, tuve la gran suerte de coincidir  con algunas de las novias de los jugadores que también se quedaban en el hotel.

Todas parecían hacerlo como de rutina, pero a mi enfrentarme a esta situación, me ponía los pelos de punta. Quizás a mi me cargaba la culpa y me pesaba mucho el que dirán, pero aún así, estaba feliz, nerviosa pero felíz en fin.

Nos habiamos puesto de acuerdo con Vale, la mujer de Enzo, en encontrarnos afuera del predio para llegar juntas, me aliviaba inmensamente no tener que entrar sola y que se claven las miradas en la "Nueva".
Sabía que varias mujeres, quizás las que ya están hace años, eran muy amigas de la ex de Lisandro, me preocupaba mas de lo que debería saber que iba a compartir con ellas cuando quizás estaban pensando que yo era una pobre mujer que arruino la vida de una amiga del grupo.

Mi cabeza no paraba de dar vueltas pero para mi suerte, mi celular vibró e inmediatamente supe que habia recibido el mensaje de Vale, ella ya estaba estacionando junto al auto y me obligaba a salir de mi zona de confort.

—Hola nena, ¿Como estás? —preguntó la morocha de ojos azules intensos. Nunca comentó nada acerca de mi situación, yo sabía que ella se llevaba con Muriel pero nuestra relación aún era algo fría y distante, la quería mucho pero no habíamos podido formar una amistad.

—Hola Vale, acá estoy, medía nerviosa —respondí mientras acomodaba mi blusa, intentaba despejarme y tomarmelo todo con más calma, me reconfortaba saber que estaba a pasos de Lisandro y el, claramente, era mi gran burbuja de confort.

—Tranqui boluda, a ninguna le interesa que hayas hecho, mientras no te metas con sus maridos.. —dijo riendo, entendía que era un chiste para cortar la tensión, pero no pude ni siquiera sonreír, su comentario no solo me ponía mas nerviosa, si no que no me causaba un mínimo de risa.

Yo no me metí con el marido de nadie. ¿O sí?

Ambas nos encaminamos hasta las rejas de seguridad, nuestros nombres en la lista aseguraron que podíamos entrar. Valentina pasó como si nada, y yo tuve que mostrar mi documento, aunque eso no me hubiera molestado, me humilló inmensamente al ver como en la lista, estaba finamente tachado el nombre de Muriel dentro de la fila "Martinez, L.", mi nombre escrito con lapicera sobre el.

El guardía notó mi vista en aquel papel y quiso esconderlo rápidamente cuando notó que se trataba de mí, la agregada. Su mirada de lastima me humillaba aún más.

Podrían haber impreso un papel nuevo. La bronca recorril un poco mi sangre.

Mis nervios aumentaron cuando el primer grupo de gente que encontramos no eran ni mis amigos, ni mi novio. Sentía la sudoración de mis manos al máximo e intentaba parecer lo más tranquila pero sabía que no tenía exito.

Mi presión bajo de golpe, había olvidado por completo que Leandro iba a estar acá.

—Mia —dijo el morocho levantándose de su lugar al verme, yo me había dedicado a saludar generalmente mientras mi acompañante charlaba con todos, me sentía como en secundaría cuando Sofia tenía miles de amigos y yo solo era una extensión de su cuerpo.

—Lean, hola. —le dije y el se aproximó a encajar un beso en mi mejilla, me paralice, la situación me estaba sobrepasando.

—¿Cómo estás? ¿Con Lisandro todo bien? —el parecía tranquilo, su voz ronca casi la había olvidado, yo era un manojo de nervios.

—Si conmigo todo bien. —escuche la salvación detrás de mí, gire para encontrarlo y su sonrisa cínica se dibujaba en su rostro con sus ojos clavados en Leandro, nunca más indague sobre el tema, en todo caso, ambos parecían de lo más tranquilos.  —Ojo con los saluditos, gil.

MÍA | Lisandro Martínez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora