"La sal me persigue", esa esa la frase perfecta para relatar cualquier historia venezolana y la de Diana Villalobos.
Aventuras, frases patrocinadas por alguna ocurrencia de Armando Casas o hasta dibujos excelentes que se crearon en su cabeza y no da...
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📍 5 de Julio de 2021 | London, England
NarradorOmnipresente:
Agradecieron al taxista, tomando Armando el cambio de los 6€ que pagaron ambos jóvenes. Su mano se enlazó con la de Diana para aumentar su confianza en sí con el cielo oscuro y la luna en su punto cuarto menguante, entraron al moderno, pero habitable apartamento londiense con terraza de al menos 5 plantas.
El chico le dió el paso a ella primero entre conversaciones y risitas por los chistes horribles del venezolano a lo que siguieron aún cuando las puertas metálicas se cerraron.
Esperando a llegar al último piso, el chico revisó su outfit de un suéter de lana rojo con un par de jens oscuros más sus nikes mientras arreglaba su rizos que se convertían más largos a través de todos estos meses con la mirada burlona de Diana encima suyo.
Notó que se volvía un desastre a lo que le pegó a sus manos, y en unas suaves caricias, le hizo una media cola a su amigo para después empujarlo cuando llegaron al final de los apartamentos.
Jaló de su brazo con suavidad sin llegar a hacerle daño, y la sostuvo a su lado cuando llegaron a la puerta 42 y tocó su timbre.
-Estas nerviosa.
-No lo estoy-soltó su labio inferior para contestar eso en un murmullo y el chico se rió entre dientes a lo que le dio en un costado para que dejara su fastidio.
La puerta blanca se quitó de su vista, descubriendo un apartamento agradable y a la persona quienes lo recibía con una sonrisa.
-Oh, hola, ¿son Diana y Dan?-asintieron al desconocido, para ella, ya que Armando parecía de alguna forma reconocerlo de alguna parte-Pasen, pasen. Bienvenidos.
Armando la quitó de su trance de interrogantes que tenía hacía el chico con rulos, a lo que siguió a su amigo hacía el pequeño hogar.
La música de un artista británico sonaba de forma suave en todo el living, más las conversaciones con risas que se escuchaban como un murmullo en este. Siguieron al desconocido por el pasillo y luego anunció la llegada de ambos a las nuevas caras que reconocieron.
O quizás se impresionó la propia venezolana cuando Armando saludó a al menos unas 4 personas de las 15 que habían allí. Quedándose atrás y sorprendida de las habilidades de extroversión de su compañero de piso, volteó suavemente al llamado de el de rizos.
-No nos hemos presentado, soy Joe Locke, dime Joe-asintió como saludo dándole una suave mueca de educación-¿Quieres algo? En la cocina hay ponche, soda y agua.
Por más que su introverted skills necesitaran algo que agarrar o tomar para pasar ese incómodo nudo de vergüenza en su interior, negó porque no quería sentirse importante en servir.
Solo quería mantener su mente enfocada en intentar disfrutar el ambiente.
Buscó con urgencia a Armando y se disculpó con el inglés, siguiendo sus pies para apegarse a su único escudo extrovertido de alguna conversación, pero cuando llegó al mueble y a los pufts que todos estaban regados, surgió un declive de conversaciones que la hizo tragar grueso.
-Es que tu crush es bellisima, pudiera besarla. Además ¿puede ser también mi crush?-salió la pregunta disparada en el aire silencioso por Kizzy.
No pudo evitar sonrojarse un poco la morena ya que la veía a ella, a lo que le guiñó divertida la inglesa para después observar a todos y cambiar a una mueca de molestía.
-¡¿Qué ven todos?! No la vean, que es mi crush.
Gracias catira por la acción, pensó Diana con un gesto de diversion en la comisura de sus labios.
-Kizzy...-regañó Corinna y una chica que tenía a su lado con cabello castaño y largo, que se rió entre dientes por aquello.
-¿Qué? ¿Hay alguna mentira en eso?
Corinna negó con su cabeza y se levantó para saludarla, a lo que sonrió un poco, sintiéndose extraña con el abrazo cálido de la morena y más atrás con el extrovertido abrazo de Kizzy que la hizo casi caerse al piso si no fuera por el chico de cabello rubio que alejó a la rubia que presentó Kizz en un quejido como "¡Bash!".
Entre risas y nuevos nombres que se agregaron a su lista, la dueña de la casa le invito a sentarse a lo que aprovecho de recostarse en el mueble y suspirar un poco.
Aunque sea pudo lograr un nivel más de llegar a un punto de ambiversión, pero igual su tímidez la envolvía con más fuerza.
Empezó a divisar el panorama que fue interrumpido por el cabello pelirrojo a lo que se hundió más en el espaldar queriendo que la tragara la tierra de alguna forma ya que el alguien había volteado completamente a verla ahora con una pequeña sonrisa de lado que se amplió como un deja vú de recuerdos del pasado, que ni siquiera bastó con alguna palabra que saliera de sus labios para que ella se sintiera un manojo de nervios.
Kit Connor estaba ahi, y estaba a su lado.
Justo a su lado izquierdo.
Te odio Armando, gritó en su interior al conseguir con sus ojos a su amigo con un vaso rojo en manos y un gesto de "¡Matona!" hacia ella.
