"La sal me persigue", esa esa la frase perfecta para relatar cualquier historia venezolana y la de Diana Villalobos.
Aventuras, frases patrocinadas por alguna ocurrencia de Armando Casas o hasta dibujos excelentes que se crearon en su cabeza y no da...
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📍27 de Julio de 2021 | Londres, Reino Unido.
⚠️ TW!: Mención de sustancias ilícitas y dolor
Diana P.O.V.:
Fruncí mi boca con disgusto al ver lo que estaba haciendo. Algo no cuadraba y ya había pasado solo unas 3 horas, y no encontraba que era.
Le había puesto colores cálidos como el naranja y el amarillo, esos eran mis favoritos casi siempre, pero esta vez solo veía eso y me daba ganas de vomitar.
Algo faltaba ahi y ni sé que carrizo era.
Acerca de mi estado, me sentía como si un camión hubiera pasado encima mío y mi cuerpo gritaba que durmiera un rato, pero de verdad le tenía un poquito de grima cerrar los ojos y escuchar de nuevo la voz. Era...un poquito melodramática.
Asi que desde que Armando se había vuelto a acostar un rato porque le tocaba ir a reunirse con unos compañeros para un trabajo temprano, yo me había encerrado en mi cuartico de pánico o de despeje, que la única forma en que fue abierto fue cuando Nando trajo el desayuno que me comi con la mirada del muchacho encima.
Se preocupaba por mi y no me gustaba a veces, y más en estos casos. Porque sentía que no podía hacer las cosas yo sola, me sentía inútil.
Y por eso, me arrechaba conmigo misma a veces.
Es decir, ¿no era capaz de vivir sola conmigo misma luego de que lo hice al menos 10 años de mi vida antes de que llegara mi familia? ¿Por qué?
Gruñí en frustación, sacudiendo levemente mi cabeza mientras le daba otra calada al rollo que estaba en mis dedos. Mal vicio que hacía a escondida de todos; al principio era adictivo, pero tuve que controlar mis ganas sabiendo el daño que me hacía con ello, pero no lo pude soltar y ahora tampoco podía soltarlo.
Quizás Armando me mataría si se enterase de esto.
No estaría mal, descansarias en paz.
Apreté mis ojos por unos segundos en disgusto, mientras volvia a darle una calada más profunda al cigarrillo.
De alguna forma me agradaba la forma en que el aire se adentraba a mis pulmones y recogía todo a su paso, para luego botarlo y sacar todo eso que escondía. ¿Poético, no?
El humo se revolvió enfrente de mis ojos y con mi mano lo moví un poco para que se dispersara rápido, aún teniendo la incertidumbre si Nando llegara en cualquier momento. Porque eso si, él ni siquiera avisa cuando llega, él solo llega y llegó.
Aplasté lo que quedaba en el cenizero pequeño que tenía en mi ventana puesto de "adorno" que al final tenía un buen uso, volteé a buscar en el mesón la cajetilla y el encendedor para volver a ese mismo círculo. La tomé entre mis dedos y con "clack clack" los emparejé a cada rollito como si fueran cartas, sacando uno con mis uñas negras y mal pintadas.
