"La sal me persigue", esa esa la frase perfecta para relatar cualquier historia venezolana y la de Diana Villalobos.
Aventuras, frases patrocinadas por alguna ocurrencia de Armando Casas o hasta dibujos excelentes que se crearon en su cabeza y no da...
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📍 7 de agosto de 2021 | Londres, Reino Unido.
Diana P.O.V.:
El repiqueteo nervioso de mis uñas estaba presente en la mesa vacía. Esperando, esperando y esperando.
¿Quizás vine muy temprano? ¿No?
Mire de nuevo el teléfono, con miles de notificaciones, pero ninguna de quien esperaba a lo que seguí moviendo mis uñas en la mesa. Debí traer algo, una libreta, un bolígrafo, mis audífonos o al menos la tranquilidad.
Pero ninguna de ellas la traje al ver la fecha que marcaba mi calendario en mi cuarto cuando estaba buscando distraídamente un libro en mi estantería. Casi que grite de pánico al ver la fecha que se acercaba sin escapatoria que no me acordaba y que era importante para mi.
El cumpleaños de aquel tarado, de Armando Casas.
¿Pueden creer que no me acordé? Casi que me quería a echar a llorar de la desgracía, ya que faltaba solo 4 días y estaba en un lugar desconocido sin saber que hacer.
—Lo siento por la tardanza—iluminó la voz a mis oídos y volteé a ver a la persona que venía casi que con la lengua afuera. Dejó su bolso al lado de su silla y subió sus lentes de sol a su cabellera castaña sin antes quitarse la gorra para dejar ver su abundante cabello.
—Está bien.
—Dios, no puedo creer que este pibe cumple en menos de 4 días. ¿Por qué no me dijiste con tiempo?—recordó Maia y yo suspiré cansada.
Miles de vainas en mi cabeza que no entenderás Maia y tampoco te las explicaré por mi bien propio.
—Como te dije, me despiste. Pero no es el punto, la cosa es hacer algo que a Armando le guste y que esté con sus amigos.
Ella sacó su teléfono y se fue a sus notas, colocando como título "Ideas para el cumpleaños de Armando" inserte corazoncito. Subí mi ceja con curiosidad y una sonrisa de lado instánea se formó en mis labios cuando ella subió la mirada, a lo que borró el corazoncito.
Aja, y esta cree que yo nací ayer.
—Tú no viste nada.
—Claro que no vi nada—contesté con un toque irónico y me vió mal—Acepta que te gusta mi mejor amigo.
—No me gusta, lo veo como amigo—replicó lo mismo que el yeti gigante que cantaba canciones de amor al menos dos veces por semana y estaba al lado de mi habitación, a lo que ellos juraban que no me daba cuenta.
—Sigue diciéndolo hasta que te lo creas a ti misma, a mi no vas a convencer con eso—le avisé y ella bufó cansada, pero era la verdad. Eso era una tremenda burrada—Es más, aceptalo, vive con ello, porque Armando es buen partido.
