📍 12 de Julio de 2021 | Somewhere in London, England.
Narrador Omnipresente:
Los pajaros ululaban al ver el soleado Londres en su máximo resplandor, con unas nubes esponjosas que decoraban su cielo. La gente, caminaba con tranquilidad en vez de su usual rápidez; ahora la tranquilidad caracterizaba el fin de semana mañanero.
Más adelante, en una cafetería con un ambiente agradable para quien la viera, fue atestada por ambos chicos que iluminaron la tienda. Se sentaron en una mesa y con una suave voz, la mesera le preguntó sus pedidos para después retirarse con el mensaje ya recibido de sus receptores.
Diana sacó su libreta predilecta, un lápiz y un borrador; lo básico y lo esencial para hacer un pequeño mundo fantástico en un papel en blanco. Presionó el graso gráfito en el papel, haciendo líneas sin sentido o ejercitando su mano, ya que su cabeza se encontraba fuera de servicio con alguna idea nueva.
Armando desvió su mirada de su teléfono del cuál avisaba a su madre de su paradero y sonrió al ver a su amiga retomando su pasión de la cuál la hacia ella misma.
Luego de su bloqueo sin fecha de regreso la había atormentado en todos estos meses, se alegraba de que volviera ya que siempre era interesante ver a una Diana pintora en su máxima expresión.
Esperaba que su pareja futura apreciara la tranquilidad que ella derrochaba al estar en su mundo, brillaba de alguna forma y era...solamente ella.
Agradeció con una sonrisa a la mujer que dejó su merienda en la mesa a lo que empujó el de su amiga a una distancia segura de que no interviniera en su trabajo, para luego llamarla.
Con adoración sus ojos, ella tomó su dulce de láminas de perfección y chocolate el cuál saboreó con delirio internamente ya que era su favorito. El Opera siempre era su favorito.
Comieron, rieron por lo bajo y compartieron anécdotas en su día. Un día que ambos se tomaban como sagrado desde que se conocían: un sábado para salir ambos y despreocuparse de todo.
Diana sonrió a la anecdota divertida que contaba su amigo y apoyó su frente en su hombro para esconder el sonrojo al recordarle de tal vergonzosa memoria. Si, aquel viaje a Caracas cuando tuvieron 18, fue un caos total donde ambos terminaron a las 7 de la mañana en un farmatodo comprando aspirinas y un par de alimentos para desayunar en su apartamento alquilado.
Sin darse cuenta habían ya retirado sus platos vacíos que solo tenían tenues rastros de aquello delicioso que transitaba en sus papilas gustativas, que aún recordaba ese momento de felicidad. Siguieron hablando aunque ahora la trigueña con su mirada en el cuadernillo que ahora solo se admiraba pequeño dibujos al azár.
En la cuadra de esa tienda, la chica apuntó durante su trayecto de escape la pequeña cafeteria, recondita al ojo y con sus ventanales polarizados a lo que el chico no lo dudó dos veces en agarrar su mano y jalarla para que corriera más rápido y llegar ahí, con la algarabía en sus espaldas.
La campana de la puerta tintineó, dejando pasar a los individuos que venían uno más cansado que otro y adoloridos de su largo recorrido desde hacía 2 cuadras. Caminaron con lentitud y suavidad a alguno de los asientos vacíos, de preferencia los más lejanos de las ventanas. Ella se sentó primero, jadeando en casancio y luego él, escuchando el suspiro profundo y la risa de la latina.
-Eso fue una locura.
Se pasó una mano por su cabello claro, limpiando la fina capa de sudor luego de ese maratón que habían hecho para esconderse de las fans.
-¿Quieres pedir algo? Pago esta ronda, como una disculpa.
Maia le negó, sonriéndole amablemente-Tranquilo, Kit. No es nada nuevo que encuentres a fans en todas partes y creo que con un Latte estaría bien.
La mesera se acercó a ellos, también tomando sus pedidos y bloqueando el cardenal del actor, que después fue obstruido por la sorpresa de conseguir aquella escena. Pudo sentir toda la adrenalina volver a su cuerpo y sus latidos corriendo en círculos sin saber que hacer.
La escena de esos hoyuelos.
Esos lindos, tiernos y hermosos hoyuelos estaban plasmados en su rostro moreno con una sonrisa amplia hacía el venezolano que le hacía muecas de algo que hablaban. Una pequeña chispa de algo letal se encendió en su pecho, a lo que la alejó por el bien de sí.
Diana le dió un manotazo a su mejilla para alejarlo y que la dejara de hacer reir porque realmente sus mejillas le dolían de estar tanto tiempo levantadas, a lo que suspiró voltéandose para no ver más a su amigo.
Aunque pudo ver ahora al de ojos claros, y como si de un imán se tratara, no se pudieron soltar de su propio magnetismo.
El fino sonido de sus respiraciones bajo su corazón latiente.
La impresión de sus facciones y lo pérdidos que estaban en su imersión hecha una burbúja.
Hola otra vez, juguetón destino.
✒️ Nota del Autor:
Yo actualizando con mis crisis escolares, es mi pasión
-La Chama con ojeras del tamaño de los huecos de la carretera
ESTÁS LEYENDO
Super Trouper || Kit Connor ©
Fanfiction"La sal me persigue", esa esa la frase perfecta para relatar cualquier historia venezolana y la de Diana Villalobos. Aventuras, frases patrocinadas por alguna ocurrencia de Armando Casas o hasta dibujos excelentes que se crearon en su cabeza y no da...