"La sal me persigue", esa esa la frase perfecta para relatar cualquier historia venezolana y la de Diana Villalobos.
Aventuras, frases patrocinadas por alguna ocurrencia de Armando Casas o hasta dibujos excelentes que se crearon en su cabeza y no da...
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📍20 de Julio de 2021 | London, England.
Diana P.O.V.:
La sorpresa llegó a mi cómo la bomba atómica de Hiroshima.
"Vístete, nos vamos"
¿Y quién carajos se creía Armando Casas para llevarme a dónde sea que estuviera rodando el hamster de su cabeza y lo dejara manejar?
Sé que son varias preguntas, varias dudas que no terminaba de encajar, pero solo iba con mi no solo 1% de fé, sino mis 2% de fé de qué me iba a comprar un helado de chocolate al final de todo este random momento que me hizo sacarme de mi "zona segura" donde iniciaba un cuadro que no sabía que iba hacer al final, solo lo empecé; pero regresando al punto inicial, Armando lo iba a jamaquear cuando estacionara este auto en dónde sea que vayamos.
Con solo apurarme en vestirme, tener una sonrisa inocente y yo tener solo puesta una blusa de tirantes negros más unos baggy jeans que estaban más manchados por pintura de hacía una horas y quizás de meses pasados; más mis famosos converses y un poco de maquillaje, a lo que eran motivos muy convincentes para batuquearlo contra la acera.
¡Ni siquiera me dejó arreglarme bien!
Aunque con él no me importaba si me arreglaba o no, pero como estabamos EN LA CALLE y no EN LA CASA, me ponía demasiado ansiosa en salir asi y aún más con los brazos descubiertos.
Que le puedo decir, la ansiedad y sus cositas.
—Por doceáva vez, ¿a dónde mierda me llevas? O me tiraré del auto
—Hey, dejemos las ideas suicidas para mi en mis momentos de crisis existenciales. Además, no vamos a ningún sitio extraño y que tengas que vestir de gala, así estás bien.
—Habla por ti mismo que te encanta usar camisetas sin mangas, yo estoy a punto de quitarte tu franela sin interesarme que quedes semidesnudo.
—Dios Diana, me sonrojas con esas propuestas indecentes—me sonrojé y volteándo mi cabeza, dándome cuenta por lo que dije en medio de mi rabía, a lo qué se carcajeó estacionandose donde sea que vaya. Pellizo mi muñeca con suavidad y lo vi mal—Quita esa cara de arrecha, la vamos a pasar bien. Es más, dame la mejor sonrisa que tengas.
Pegué mis dientes y abri un pocos mis labios aún con mi cara de arrecha e hizo una de mueca de "puede mejorar"—Aunque sea es algo. Vamos, duquesa Diana vampírica de Rumania.
Bufé por su apodo tan malo, bajé del auto sin antes quitarme el cinturón de seguridad y el aire fresco, con un toque frío me recibió con brusquedad casi haciéndome caer a diferencia de Armando, que parecía como en una película americana donde su pelo largo lo acariciaba en un tipo de slow motion y la luces doradas del sol contrastaban con su cara.