"La sal me persigue", esa esa la frase perfecta para relatar cualquier historia venezolana y la de Diana Villalobos.
Aventuras, frases patrocinadas por alguna ocurrencia de Armando Casas o hasta dibujos excelentes que se crearon en su cabeza y no da...
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📍27 de julio de 2021 | Londres, Reino Unido.
⚠️ TW!: mención de dolor
Diana P.O.V.:
La voz canturreaba con suavidad, pero con un toque de maldad que me hizo correr aún más por el largo pasillo. ¿Dónde estaba el final?
Miré a todos lados, pero todo era oscuridad. Respiré profundo para pensar con claridad mientras tomaba una decisión. ¿Derecha o Izquierda?
—¡Nunca vas a tener a nadie que te ame!
—¡Hija sucia!
Agarré el camino de la derecha ya que la luz que estaba presente, empezó apaciguarse con una rápidez que me preocupó. Quizás la derecha me lleve a un buen camino. Los sonidos estrángulados de más gritos hacía mí me hicieron respirar más rápido, hasta que escuché algo cerrarse tras de mi. ¿Qué mierda?
—¡Dejenme salir!—grité, sintiéndome indefensa otra vez a lo que golpeé con fuerza lo que se estuviera separándome de mi salida y mi escape—¡¿Alguien está ahi!?
El silenció se caló por todos lados como un bajón de luz que me creó escalofríos, a lo que seguí golpeando la puerta con mis pies y mis manos.
—¡Ayuda!
Nada.
—¡Irene!—grité a la primera persona que se me vino a mi mente e inicio el sueño conmigo, pero no escuchaba nada. Solo silencio. Gruñí frustada, pegando mis puños en aquella pared oscura—¡Eduardo! ¡Maldita sea, quien sea!
Seguí y seguí, sin rendirme esperando que mis pataleos y mis gritos se escucharán, pero parecía que estaba encerrada al vacío de la oscuridad.
Cerré mis ojos con fuerza para tomar más fuerza, pero al abrirlos me encontré con mas oscuridad que quise que no me asustara más de lo que normalmente lo hace. Seguí gruñendo con los dientes apretados y grité otra vez con rabía.
Date por vencido, Diana. Nadie te vendrá a buscar.
Si lo harán, lo juro.
Dejalo ir, Diana. Nadie te amó. Nadie te quiso.
—¡Ya basta!—exclamé furiosa, agarrando mi cabeza y sintiéndo mis ojos picar. No, no iba a llorar, debía salir de aqui—¡Quiero salir! ¡Por favor!
Los modales no te harán salir de aqui, ni nada, Diana.
Rindete y acepta, no eres nadie en este mundo más que una escoria.
—Por favor, basta—supliqué con dolor y masajeando mi cabeza mientras el silencio me crujía en las sienes. Tenía que salir, tenía que hacerlo. Por mi familia, por mi.
