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"Lira? Estás aquí?" Decía Spring. Estaba preocupado. Por un lado, estaba en el borde de un acantilado, y por el otro, había una montaña imposible de escalar. "Habrá ido por la zona de la montaña, hay más cuevas" Pensó.

El Sprigatito empezó a andar hacia esa dirección. Y había acertado, pues allí estaba Lira.

. . . .

-Por fin! Esto es una cueva! No es muy grande, pero sirve.- Murmuró Lira contemplando lo que había encontrado: una gruta en una zona de la montaña, aparentemente deshabitada, en la que podían pasar unos días antes de buscar un lugar mejor.

La espeon entró. Había una pequeña charca con aguas cristalinas, y un poco de vegetación que según ella era comestible. Hacía frío y era un lugar pequeño, pero servía después de todo. La espeon se acomodó, y estaba a punto de dormirse, hasta que un pensamiento hizo que abriese los ojos de golpe y se levantase. "Spring" era ese pensamiento, que hizo que Lira saliese corriendo de la cueva.

. . . .

Había empezado a llover, una tormenta. Se veían rayos de luz con un estrepitoso sonido, que junto con el cielo oscuro y la potente lluvia, era capaz de poner nervioso a cualquiera.

-Debo de buscar un refugio, y rápido!- dijo Spring, y empezó a correr pero a la vez un poco lento por si veía una cueva.-

Por otra parte, Lira pensó lo mismo.

-Será mejor que vuelva a la gruta. Lo siento, Spring. Me ocuparé de ti después.- se decía a si misma, apenada.-

Lira llegó a la gruta, y se acomodó. Como algunas chispas de lluvia caían dentro de la cueva, fue al final del todo, y allí se sentó, mirando al exterior. 

. . . .

-¡Eh! ¡Una cueva! ¡El esfuerzo ha valido la pena!- gritó Spring al ver una gruta desde lejos. Decidió entrar, y justo cuando se lanzó al interior, un rayo cayó cerca suya. Entró en la cueva sin mirar al interior, si no al exterior, y sin darse cuenta se chocó con...¿Lira?

-¡¡Aaahh!!...eh? ¡Pero si eres tú!- Gritó el sprigatito, asustado y sorprendido.

-¿¿Spring??-

-¡Por fin te encuentro!- Dijo Sprigatito, feliz.-

-Es tarde. Vamos a dormir y mañana veremos que hacemos.- 

-¡Vale!-

Lo que no se imaginaban los pokemons era que, aunque la lluvia borrase las huellas, los dos enviados del director estaban cerca, muy cerca, y les encontrarían tarde o temprano.


Un nuevo hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora