Una noche más (Sladin)

IX

Antes de leer, una aclaración: En el episodio anterior me equivoqué al hacer que Slade llamara Robin a Dick, pero Slade todavía piensa que es Red X. Todavía no sabe la verdad. Bien, eso era todo. Disfruten la lectura.

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Tres meses habían pasado demasiado rápido para el joven héroe. Después de haber sobrevivido al primer juego del Joker, este no volvió a aparecer para anunciar un juego nuevo. Tampoco les dieron una explicación ni los dejaron ir. En un principio, todos los villanos se opusieron a este trato, pero con el correr de los días, terminaron aceptándolo siguiendo su rutina diaria ya establecida. Robin, como prometió, pasado los dos días volvió a comunicarse con Batman con nueva información. Luthor había mandado a construir una docena de robot en uno de sus laboratorios y el Joker había mandado a sus secuaces a robar una lista de químicos particulares. Batman le dijo que esperaba noticias periódicas antes de cortar la llamada. Y en cuanto a la promesa de no volver a tener sexo con Slade, está se vio rota cada noche cuando tenían sexo en los distintos sitios del edificio. Al principio había sido Slade quien se aparecía en su puerta todas las noches, lo besaba de forma demandante y luego pedía una noche más, haciendo que las fuerzas de Robin flaquearan y terminara cediendo. Luego, el mismo Robin  aparecía por la noche pidiendo una noche más en la puerta del mayor, a lo que Slade solo sonreía antes de meter al chico en su habitación. Estos encuentros fueron repitiéndose todas las noches sin falta, luego llevando su juego a otras partes de la casa. Siempre al amparo de la noche. La piscina, el sofá de la sala, la cocina, el gimnasio, sus habitaciones, el baño. El deseo que sentían el uno por el otro, lejos de disminuir con el tiempo, solo se hacía más fuerte, haciéndolos querer más y más. Nunca se sentían satisfechos. Era como si una presencia invisible controlara sus cuerpos y los obligara a buscarse una y otra vez. Ellos no podían ni querían detenerse. Cada vez que unían sus cuerpos, se perdían en un beso, en el placer que los cegaba al punto de perder la noción del tiempo, se daban cuenta que una noche más no sería suficiente. Necesitaban desesperadamente volver a sentir la piel ajena bajo sus manos, el sabor de los labios contrarios, así como experimentar, una vez más, esa sensación embriagadora cada vez que unían sus cuerpos y los obsesionaba al punto de sentirse enloquecer.

Slade había despertado antes que Robin y había ido a ducharse, mientras este todavía yacía profundamente dormido en su cama. Entró a la ducha y dejó que el agua fría cayera sobre su cuerpo desnudo al tiempo que recordaba la noche anterior. Red X había aparecido una vez más en su puerta, con la respiración agitada, el sonrojo en su rostro y las manos inquietas moviéndose entre sí, sin saber que más hacer con ellas. Él se había apoyado en el marco de la puerta sin camisa y solo en bóxer, apreciando la vista frente a él. El chico tenía una camiseta blanca lo suficientemente ajustada para marcar su estrecha  cintura y un pantalón negro corto, dejando casi nada a la imaginación. Slade sonrió de lado, casi divertido por la vergüenza del menor. A este punto uno pensaría que el chico ya estaría acostumbrado, después de todo, tenían sexo todas noches. Aunque si lo pensaba bien, su nerviosismo y vergüenza lo podía atribuir al hecho de fue el chico quien dijo que no volverían a tener sexo y ahora también lo estaba pidiendo. Era divertido verlo en ese conflicto mental sin importancia. A él nunca le había importado demasiado cambiar de opinión. Contradecir sus propias palabras. Aún así, se apiadó del chico y lo atrajo hacía su pecho para besarlo, metiendolo en la habitación. Él lo haría olvidar sus preocupaciones y lo haría disfrutar del sexo como todas las noches. Slade cerró el agua y comenzó a secar su cuerpo mientras se miraba en el espejo. Se sorprendió al ver que estaba sonriendo. Pasó una mano por su rostro pero la sonrisa seguía ahí y se ensanchaba con solo pensar en el adolescente dormido en su cama. Slade no era tonto, sabía que estaba teniendo sentimientos por el niño, y aunque debería sentirse preocupado por aquella revelación, se sintió feliz como hace tiempo no lo hacía. Nunca pensó que después de su divorcio y de separarse de sus hijos volvería a sentir felicidad en vez de la simple satisfacción que un trabajo bien hecho le podía dar al matar al objetivo a cambio de una jugosa suma de dinero. Todavía no sabía porque el chico seguía insistiendo en poner distancia cuando era evidente para ambos que se gustaban, pero lo que sí sabía, era que haría de todo para impedir que el chico se alejara de él. Al menos el tiempo que ellos siguieran en el juego del Joker. Se vistió y salió del baño secándose el cabello con una toalla, deteniéndose frente a la cama donde Red X seguía plácidamente dormido, por lo que sonrió. Últimamente sonreía demasiado junto al chico. Suspiró. Ya estaba viejo para actuar como un adolescente. Luego su pensamiento se desvió a Zoom. Este se había acercado mucho al joven ladrón y lograba que este le sirviera de asistente personal. Esto le molestaba demasiado. ¿Por qué Red X cumplía con cada capricho de ese tipo como si fuera su mayordomo personal?, era evidente en su rostro que eso no era algo de su agrado, por lo que lo debía estar amenazando con algo. ¿Pero con qué?, ¿qué puede ser tan importante como para soportar tal humillación? Le preguntó a Red X pero este negó que ese fuera el caso. El chico es un pésimo mentiroso. Tendría que averiguarlo por si mismo, o en su defecto, buscar la manera de que Zoom lo dejara tranquilo. También había sentido una sensación extraña durante mucho tiempo. Alguien lo observaba. Estaba seguro. Años de experiencia en la milicia y en su trabajo como mercenario le daban esa seguridad. Sin embargo, no lo podía ver. Tampoco imaginaba quien podría ser o que podría querer. Sea quien sea esa persona, por su propio bien, esperaba que no quisiera matarlo. Ese sería un grave error que no tendría vuelta atrás.