𝖆𝖓 𝖚𝖓𝖚𝖘𝖚𝖆𝖑 𝖕𝖗𝖎𝖓𝖈𝖊𝖘𝖘

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Hacía una preciosa mañana en Desembarco del Rey aunque desde cualquier habitación se podían escuchar los desesperados gritos de una mujer.

La princesa Rhaenyra Targaryen estaba en labor de parto. Era su primer parto así que este dolor era nuevo. Dolía demasiado, pero quería que su primogénito naciera ponto. No quería que pasara mucho tiempo, no después de que su madre muriera a causa del parto de su difunto hermano. 

Apenas acababa de casarse cuando descubrió que estaba embarazada, claramente no de quien el reino esperaba. Pero el padre de la criatura debía quedar en el anonimato, ahora Rhaenyra se arrepentía garrafalmente de que la persona que había engendrado a la criatura fuera quien realmente era. 

Estaba aterrorizada y sus damas de compañía no estaban ayudándole mucho. Gritaba sin parar y con toda la rabia que había acumulado durante años. Rabia que el creador de la criatura que había llevado en su vientre durante hasta ahora nueve meses había creado. Una rabia indescriptible. Una rabia que en ciertos casos solo podía ser llevada por los Targaryen.

— Puje princesa, ya se puede ver la cabeza

Y continuó pujando hasta que escuchó el llanto de un bebé. El mundo se paró en el instante en el que su primogénito descansó en sus brazos. Pero la calma duró muy poco, ya que volvía a sentir la presión que sintió antes de dar a luz.

Una dama de compañía le retiró a su hijo de sus brazos y todos la miraban fijamente.

— Princesa, su labor no ha terminado, hay otro bebé esperando para nacer.

Volvió a pujar y en menos de un cuarto de hora la cabeza del bebé se podía ver. 

— Es una niña, princesa. 

El llanto abrupto de su hija retumbaba en sus oídos y no por eso le parecía menos adorable. 

Miró detenidamente a Arwen, que era el nombre que por el que había decidido nombrarla, y encontró algo en ella que podría traerle muchos problemas en un futuro. Su cabello no era platinado, era de un marrón muy oscuro e intenso.

Obviamente ya había pensado en que eso podía pasar, debido a que tal vez quien era el padre de los chicos no lo fuera realmente.

Volvió a mirar a su hija y la pequeña abrió los ojos por primera vez, eran de un precioso azul violáceo. De los pocos minutos que había estado con su hija ya se habían dado cuenta de que a sus ojos era preciosa y dudaba firmemente que alguien pudiera negar que su hija era hermosa.

Puede que Arwen no poseyera el característico color platinado de los Targaryen pero si poseía los ojos, que determinaban fielmente que sí se trataba de una Targaryen.

Un sepulcral silencio se instaló en la estancia, un silencio extraño que a la princesa Rhaenyra no le gustó en absoluto, ya que sus damas de compañía habían estado hasta el momento muy habladoras.

— Princesa —habló muy lentamente una de sus damas

Estaba aterrorizada, ahora muchísimo más que antes de que sus hijos nacieran.

— Hable —respondió ella con nerviosismo

— Lamento decírselo, pero su primogénito ha fallecido.

Y entonces rompió a llorar, rompió a llorar no por saber que su hijo se había muerto, que también la entristecía, sino porque ahora su primogénita era una mujer. Ella no quería que su hija pasara por todo lo que ella pasó. 


𝐁𝐎𝐑𝐍 𝐓𝐎 𝐁𝐔𝐑𝐍; Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora