Arwen Velaryon era conocida por todo Desembarco del Rey como la persona favorita del rey Viserys. El rey amaba a su nieta, de echo su nieta le importaba más que sus hijos, cosa que ellos no toleraban muy bien. Al ser la primogénita de su hija estaba la segunda en la línea de sucesión al Trono de Hierro.
Viserys había hecho que en la poca edad que Arwen tenía esta aprendiera casi a la perfección Alto Valyrio. Él consideraba este detalle muy importante, ya que de ella podría depender el reino algún día.
Su hija acababa de tener a su cuarto hijo y el rey Viserys estaba bastante feliz, aunque se rumoreaba que eran bastardos, cosa que él jamás creería.
En una sala se encontraban la princesa Rhaenyra Targaryen, Laenor Velaryon, los hijos de la pareja y Ser Harwin Strong.
Jacaerys y Lucerys peleaban por quién cargaría a su hermano primero, aunque su padre les hubiera repetido reiteradas veces que no lo cargarían. Arwen se encontraba sentada en un sillón al lado de su madre. Estaba feliz porque ahora tenía un nuevo hermano pero también estaba disgustada, ya que era otro varón. Quería mucho a sus hermanos, en especial a Lucerys que era el pequeño.
Su padre le entregó el niño a Ser Harwin Strong y la llamó. Ella se levantó del asiento y cuando su padre salió de la habitación se giró hacia su madre.
Le importó muy poco que Ser Harwin Strong estuviese delante.
— Mamá —llamó cariñosamente a su madre para que le prestara atención.
Rhaenyra miró con dulzura a su hija, tal y como lo había estado haciendo desde el día que la acogió entre sus brazos.
— Puedes parar de fingir conmigo, ya se que papá no es mi padre, ni Ser Harwin Strong tampoco. Aún no sé quién es mi verdadero padre pero sé que Ser Strong es el padre de mis hermanos. No diré nada de esto a nadie y tampoco dejaré que alguien me llame bastarda. Quien nos llame bastardos a mí o a mis hermanos perderá un ojo.
Rhaenyra estaba impactada por el hecho de que su hija de nueve años acabase de descubrir su secreto mejor guardado. Aunque en cierto modo lo esperaba, su hija era muy curiosa y muy inteligente.
— Hasta luego mamá, hasta luego Ser Harwin
La chica salió de aquella sala y sin el permiso de nadie se dirigió hasta Pozo Dragón. Ella obviamente tenía un dragón, más bien una dragona. La había llamado Gullveig.
Sabía con certeza que sus hermanos y sus tíos se encontrarían allí y aunque a ella no se le estuviera permitido estar en Pozo Dragón sin la compañía de su padre decidió entrar a ver a sus dragona y a alguien más.
Entró en aquella especie de cueva. Estaba muy oscura aunque había varias antorchas iluminando el lugar. Cuando su vista se acostumbró a la oscuridad y consiguió ver con claridad localizó a sus hermanos y se dirigió hacia ellos. Llegaba en un buen momento, ya que estaban sacando uno de los dragones.
Los mismos hombres que siempre se encargaban de los dragones estaban haciendo que el dragón de Jace se acercara a él. Jace no hablaba muy bien el Alto Valyrio pero dominaba las cosas básicas.
Miró a su tío Aegon, que acababa de emitir un sonoro bostezo, y por consiguiente su mirada se posó en Aemond, que también era su tío. Ellos se llevaban apenas cuatro años de edad y tenían una estrecha relación, aunque siempre en privado. Ella adoraba ciegamente a Aemond aunque a veces supiera que algunas cosas que hacía no estaban bien.
Deseaba con todo su ser que Aemond la mirara de vuelta aunque no sabía como reaccionaría ante esa situación.
Deseaba que Aemond la admirara tanto como ella le admiraba a él.
Como la mirada de vuelta que deseaba jamás se produjo decidió mirar a su hermano.
Vermax se acercaba a ellos y su hermano le pedía al dragón que obedeciera. El dragón se quedó quieto ante ellos y de un pasillo salió un hombre paseando una cabra que llevaba atada con una cuerda. Vermax olió la cabra desde lejos y miró hacia ella en cada paso que el animal daba. El hombre ató la cabra y se retiró.
Arwen vio una sonrisa clavada en la cara de su hermano. Sabía lo mucho que él disfrutaba al entrenar a Vermax, sobre todo a la hora de chamuscar a las cabras.
Vermax estaba un tanto descontrolado, por lo cual le dieron una reprimenda a su hermano. Y justo entonces, en el momento en el que mencionaron a Aegon, sintió la mirada que tan desesperadamente había buscado.
Lo miró de vuelta y al ver que él no apartaba la mirada ella decidió no hacerlo tampoco. Hasta que escuchó a su hermano gritar y el sonido de las llamas chamuscando a la cabra.
Vermax se fue y entonces llegaron con Gullveig, su dragona. Era preciosa, de un color rojo intenso y con unos ojos verdes enormes.
Gullveig había eclosionado antes que Vermax y por eso Arwen iba un tanto más avanzada que su hermano.
Su dragona se acercaba a ella y a ella se le podía ver claramente la felicidad que tenía en esos momentos.
Le ordenó que se detuviera y la dragona obedeció. En cuanto vio que ataban a otra cabra ya estaba preparada para decir lo que estaba deseando. Le dieron la orden de que ya podía decirlo y sin perder un segundo más habló.
— Dracarys —gritó Arwen con determinación
Y su dragona comenzó a escupir fuego ocasionando así que la cabra se quemase completamente.
Se giró y observó como Aemond la miraba mientras mostraba una muy pequeña sonrisa.
Y con solo eso ella ya estaba orgullosa de ella misma. Había hecho algo que a Aemond le había agradado y solo por eso se sentía bien.
Aegon se acercó peligrosamente a su hermano y le dijo que tenían una sorpresa para él. Arwen se esperaba lo peor, ya que conocía bien a Aegon y sus intenciones de dañar a Aemond.
— ¿Qué es? —preguntó ilusamente el rubio menor
— Algo muy especial —respondió Lucerys
Miró a Lucerys un poco enfadad, ya que su hermano pequeño siempre se dejaba llevar por las decisiones de Aegon. Lucerys escapó de la vista de su hermana y corrió en dirección opuesta.
— Eres el único que no tiene un dragón —hablaba el mayor
— Es cierto —respondía el menor
— Y nos sentíamos mal por ti, así que te hemos buscado uno.
Los cuatro empezaron a andar y Arwen tenía un mal presentimiento.
— ¿Un dragón? ¿Como? —preguntaba Aemond
— Los dioses proveen
Entonces se quedaron parados y unos ruidos salían de donde los dragones de los menores habían salido antes.
Y apareció Lucerys, junto con un cerdo que traía amarrado.
Y ahí estaba el mal presentimiento que Arwen tenía.
— Contempla al terror rosa —hablaron Aegon y Luke a la vez
Todos rieron, a excepción de Aemond y de Arwen.
— Cuidado cuando lo montes, el primer vuelo siempre cuesta.
Aegon, Luke y Jace se burlaban mientras se marchaban. Mientras que Arwen se quedó a su lado.
— Lo siento mucho, Aemond —se disculpó Arwen aunque la culpa no fuera suya.
— No te disculpes, Arwen.
Entonces ambos salieron de allí, dejando al cerdo vagar por el recinto.
ESTÁS LEYENDO
𝐁𝐎𝐑𝐍 𝐓𝐎 𝐁𝐔𝐑𝐍; Aemond Targaryen
FanfictionArwen Velaryon, la hija de Rhaenyra Targaryen y de "Laenor Velaryon" ha sido acusada junto a sus hermanos durante toda su infancia de ser una bastarda. Ya que ninguno de ellos poseía el característico pelo blanco que solían tener los Targaryen. En r...