Capítulo 4

4 2 0
                                    

CAPITULO 4

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPITULO 4

Aunque me quería quedar en el parque y no volver a casa.

Cuando comenzaron a pasar algunos niños que se dirigían a la escuela, recordé que yo también debía ir.

Cuando llegue a casa abrí la puerta con sumo cuidado, para que nadie se percatara de que pase la noche fuera. Pero eso fue inútil porque cuando pase por la sala que pensaba que iba a estar vacía se encontraba mi mama y papa, ambos desayunando.

- Buenos días. Salude, pero ambos ignoraron mi saludo, así que entre a mi habitación, donde ahora con ayuda de la luz que entraba por la ventana se podía apreciar como todo estaba completamente destruido.

No le di muchas vueltas al desastre, así que rápidamente me metí a bañar, cuando terminé y salí del baño. Recordé que papa había desaparecido toda mi ropa, pero con menos esperanzas revisé el armario para ver si encontraba algo que ponerme.

Y lo único que encontré era un vestido, verde, el cual me llegaba hasta las rodillas.

No quería ponerme eso, pero lo único que me quedaba era la ropa que llevaba puesta anteriormente. Así que decidí ponérmela de nuevo.

- Ni pienses en ponerte eso de nuevo. Escuche la voz de mi madre advertirme.

- No tengo nada más que ponerme. Dije en respuesta tomando mi binder que había conseguido usado, en una tienda del centro.

- Eso te lastima, no te lo pongas. Se acerco a mi para quitármelo, y como respuesta yo me aleje, golpe sus manos que se acercaron con furia.

Ella me observo sorprendida. Yo no quería golpearla, pero no dejaría que me quitara lo único que hacía que cuando me mirara en el espejo no sintiera más cómodo.

- Samantha tu eres una chica, y no importa cuantas cosas de hombres te pongas, seguirás siendo una.

- Entonces porque no me dejan en paz. Solté sin pensarlo y ella respondió a mi impertinencia con un golpe seco en el rostro.

El cual resonó por la habitación.

Mi madre nunca había sido una mujer agresiva, por más que me mirara con asco nunca me había pegado. Pero supongo que nadie lo es hasta que les dan una razón.

Retrocedí, alejándome de ella lo más que pude. No la quería mirar a los ojos, sabía que si lo hacía rompería en llanto en ese preciso momento.

Ella se dirigió a la puerta para irse, pero se paró en el marco de la puerta, durante unos segundos sin decir nada. Y luego se fue cerrando la puerta detrás de ella.

Inhale profundo para tranquilizarme, aunque el golpe me palpitaba, no debía darle tanta mente. Así que me dispuse a ponerme la ropa que ya había usado ayer. Una sudadera la cual me quedaba enorme y unos jeans los cuales también eran anchos.

La chica de la zapatilla sucias (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora