Capítulo 8

1 1 0
                                    

Capítulo 8

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 8

No sé cuánto estuve enserado en ese pequeño cubículo, pero tampoco me importaba salir de ahí. Me sentía seguro ahí dentro, aunque estaba solo.

Estaba tan sumido en mi tristeza que ni me di cuenta, en el momento que las lágrimas dejaron de salir. Observe mi teléfono por décima cuarta vez, con la esperanza de recibir ese mensaje de ella, en el cual me perdonaba por haberle hablado de esa forma y me invitaba a comer helado. Pero, nunca llego.

Esto hizo que me sumiera aún más.

Deka

La cabeza me daba vueltas, no le debí aceptar ese trago a ese tipo, pero estaba demasiada enfadada para pensar, esa chica me había dejado plantada literalmente en medio de la pista.

Maldecí internamente a la chica linda que salió huyendo de mí.

Entre al baño para orinar un poco, mientras la música retumbaba en mi cabeza, me tambalee un poco antes de llegar a la puerta del baño. Pero con un poquito más de esfuerzo logré posicionarme en el retrete para orinar. Aunque me estuviera cayendo de ebria, no iba a sentarme en ese baño, eso jamás. Estaba ebria no preparada para que se me pegara sífilis.

Luego de vaciar mi vejiga, me sentí un poco mejor, era como si hubiera sacado de mi cuerpo un treinta por ciento del alcohol, aunque seguramente eso no fuera cierto.

Me sujeté del lavamanos, para arreglarme un poco, estaba hecha un completo desastre, no me sorprende que aquella chica se haya asustado y habría salido corriendo.

Tomé un poco de papel y me dispuse a limpiar un poco el desastre de maquillaje que traía, pero unos sollozos llamaron mi atención. Cuando entre al baño no me percate de si hubiera alguien más en este, pero ese lloriqueo me confirmo que, si había, seguramente una chica a la cual el novio engaño, o quien sabe que más.

No me importaba, no tenía por qué importarme, ni siquiera sabía quién era la que estaba llorando.

Cuando termine el intento de arreglar mi maquillaje, estaba preparada para salir e irme. Pero, una vocecita en mi cabeza me dijo que dejara de ser una zorra por una vez y ayudara al prójimo.

Así que hay estaba yo dirigiéndome a la puerta de donde provenían los sollozos para ser una buena samaritana.

Toque con cuidado la madera de la puerta.

- Hola, disculpa, te encuentras bien.

No recibí respuesta. Que debía hacer en esa situación, pues estaba claro irme de ahí e ignorar a la chica que no quería hablar con nadie.

Bueno, no, tenía que comportarme como la hermana mayor que era, aunque ni siquiera sabía qué edad tenía la chica que se encontraba dentro del baño, pero aun así que importa, tengo que ser una persona responsable, por lo menos por unos minutos.

- Sabes si no quieres salir está bien, pero es bueno que le cuentes lo que te pasa a alguien. Exprese tratando de sonar lo más madura posible.

Pensé que me ignoraría de nuevo, pero esta vez sí hablo.

- Es que no sé qué me pasa. Su voz se escuchaba ronca, al parecer llevaba ya un buen rato llorando.

- Si necesitas un abrazo aquí estoy yo. Exprese tocando levemente la puerta.

Escuché como el serojo de la puerta se movía, y como la puerta levemente se abría retrocedí, para no intervenir con la puerta.

Una chica con el cabello revuelto y los ojos lagrimosos se encontraba parada justo detrás de la puerta que estaba cerrada tiempo atrás.

- Hay cariño, estás bien. Dije tratando de sonar lo más amable posible, se notaba que la chica necesitaba una figura materna en estos momentos.

- Deberás, no sé qué me pasa. Expreso entre sollozos -se suponía que esta noche era para olvidarla, pero no entiendo por qué no logro hacerlo, es tan difícil. Finalizo rompiendo en llanto.

Esta chica deberás tenía el corazón roto, me recordó a una joven yo de hace tres años y no pude hacer nada, así que simplemente me acerque y la abrace, para que se sintiera segura, como me hubiera gustado sentirme a mí en ese momento.

La chica de la zapatilla sucias (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora