"Divisiones"

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"𝑆𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑜𝑔í. 𝑆𝑒𝑟 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑠 𝑑𝑖𝑓í𝑐𝑖𝑙, 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑔𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑡𝑢 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑢 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜". 💚

Hoy nuestros superiores nos reunieron para informarnos que dentro de un mes deberíamos estar preparados para elegir la división a la que pertenecerá cada uno. Aún no lo he pensado, quizás vaya por el equipo de estrategias y defensa, o tal vez la legión de soldados élite, pero eso  dependerá de mi desempeño, de todas formas no pierdo nada al postularme.

—¡Pss! ¡oye Rincón! ¿has pensado a qué división vas a postularte?—preguntó Zúñiga, iniciando la conversación.

—Iré a la legión de soldados élite—le dije en seco y casi se le salieron los ojos y comenzó a reír.

—¿Enserio? ¡te crees muy bueno, eh!—.

—Es porque lo soy. ¿Y tú?—sonreí un poco, su cara cambió y se avergonzó.

—¿Y-yo? ¡también! he pensado en ir a la división aérea, se que me costará un poco, pero los de esa división son geniales—.

—Así es mejor, pensé que eras como tu amigo, que piensa que será de gran ayuda en la legión élite ¡claro! estorbas—respondió otro compañero.

—¡Repite lo que dijiste hace un instante!—me dí la vuelta para ver al idiota de los comentarios.

—No deberían pelearse, creo que cada uno puede ir trás sus sueños—temblaba Erin.

—¡Es-tor-bas! ¿feliz?—. Estaba muy cerca de mi rostro, con un gesto burlesco. Me enojé más.

—¡Parece que te gusta decir muchas cosas absurdas, Quintanilla!—le respondí. Él se hizo el sordo y conversaba con los muchachos que se encontraban a sus lados.

—¡Sí! ¡hablemos de cosas estúpidas, es mi turno! ¡da risa ese intento de bigote! siempre estás presumiendolo, ¿por qué? ¿falta de autoestima? ¿es lo único que crees que les gusta a las chicas?—grité.

—¡Ja! ¿qué me dices tú?—respondió.

—¡Además no era tu conversación! ¡y aún pienso ir a la legión de soldados élite!—de pronto un golpe en las nucas de ambos que vino desde atrás, una palmada con la suficiente fuerza para hacerme molestar.

—¡Suficiente! ¡el mayor Pérez está hablando allá al frente! imbéciles—nos reclamó la cadete Ortega.

—¡Maldición! ¿quién se cree?—murmuré. Me controlé, sé que en ocasiones soy bastante impulsivo y no me percato a tiempo.

—¿No es tan fuerte como sensual?—dijo el muy tonto de Erin limpiando sus lentes.

—«Será mejor que tú también te guardes tus comentarios en estos momentos...»—le lancé una mirada de odio.

Después de eso fuimos a los entrenamientos, esos días me di cuenta de que habían muchas más chicas de las que pensaba, todos entrenaban con seriedad, sin vacilar, incluso yo me sentía tenso con la competencia. Un mes después me postulé sin pensarlo más al equipo de estrategias y defensa. Sé que parecía ser más rudo cuando le aseguré a Zúñiga que iría a la legión élite, pero es cuestión de adaptarse... y ver como van las cosas.

—¡Oye Rincón! ¡¿cómo lo hiciste?!—no hubo ni una sola vez que el hombrecito no se hubiera quedado atrapado en la soga del campo de obstáculos. ¡Ni una! o en cualquier otra parte, pero yo fuí a ayudarlo. Entonces escuché una voz muy ronca detrás de mí que me tomó por sorpresa.

Crónicas de un soldado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora