"Reencuentro"

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"𝑆𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑜𝑔í. 𝑆𝑒𝑟 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑠 𝑑𝑖𝑓í𝑐𝑖𝑙, 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑔𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑡𝑢 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑢 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜". 💚

La noche de su cumpleaños me bañé muy bien, busqué bien en mi maleta algo más decente para ponerme, una camisa roja a cuadros, otros jeans, algunas pulseras que tenía guardadas, me rocíe desodorante, un poco más por si las moscas, colonia me peiné un poquito para no parecer un loquito del centro y ya estaba.

Estaba frente al bar, tenía un aspecto muy moderno y agradable. Cerré mi puño, estaba muy ansioso, revisé el último mensaje de Rosana. Los muchachos ya estaban adentro.

—Ah—exhalé, traté de relajar mis músculos. Al atravesar la puerta sonreí, mostré mi identificación al hombre de la recepción y me dejó entrar sin decir más.

—Se supone que están del otro lado...—seguí caminando, los ví en la pista juntos, eran varios de nuestros viejos compañeros de curso, junto a otro tipo que no conocía. Y ahí estaba ella, dando saltos y bailando con su amiga.

—«¡Es ella, es Marilyn!»—mi pulso se aceleró. Di unos pasos más y entonces ella me visualizó a lo lejos, quedando petrificada.

Usaba un vestido negro bastante simple, marcado a su cintura, con un largo de tan solo centímetros sobre la rodilla y un escote discreto. Un par de aros brillantes, el cabello suelto y para mi sorpresa, por primera vez usaba tacones. Ví que sus labios decían mi nombre lentamente, pero no pude escucharla, después sonrió.

—¡Marilyn!—dí un paso más entre la multitud que daba empujones bruscos, y ella corrió a través de las personas para saltar a mis brazos.

—¡Alex, estás aquí!—me besó, se reía fuerte, me besaba la mejilla, frente y nariz con mucha alegría.

—Feliz cumpleaños, Lyn—le tomé de la cintura casi de forma involuntaria. No creía que la estuviera viendo de verdad.

—Gracias, ¡ustedes lo sabían!—giró la cabeza para ver a sus amigos. Quienes se reían y le hacian señas de éxito.

—¡Lo organizaron todo, ellos... no me dijeron que vendrías, estoy tan feliz!—dijo. La música retumbaba, las luces, todo lo había ignorado hasta ahora.

—¡Están bailando, mira! ¿quieres bailar?—ella miraba asombrada como una niña a todos lados. Yo me quedé pensando.

—Uy, y-yo no sé bailar, ¡nada de nada!—fue mi respuesta. Pero en el fondo siempre había querido bailar con ella.

—¡Ay, Alex, no es necesario que sepas bailar a la perfección, solo diviértete, solo hazlo.

Puso sus dedos en donde se supone que está mi corazón. ¿Por qué lo hacía tan bien? seguro yo parecía un maldito palo, pero al menos sé que se estaba divirtiendo.

Después de bailar una o dos canciones nos fuimos a sentar en la barra, sus amigos le trajeron un pastel hermoso, de colores púrpura, rosa y fucsia. Por dentro era de chocolate, sin duda alguna era su sabor favorito porque se comió como cinco pedazos. Luego terminamos hablando un rato de la vida, de nosotros, de todo.

—Sí, ella estuvo asistiendo constantemente a sus quimioterapias, sin falta. Todos los días la visito y hablo durante horas con ella, me hace sentir mejor, creo que a la señora Harley también. Y escuchábamos rock juntas, como antes, ella sonríe otra vez, me encanta verla feliz. ¡Estoy segura de que va a mejorar muy pronto!

Crónicas de un soldado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora