"Temporal"

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"𝑆𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑜𝑔í. 𝑆𝑒𝑟 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑠 𝑑𝑖𝑓í𝑐𝑖𝑙, 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑔𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑡𝑢 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑢 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜". 💚

El parque al que habíamos ido era muy colorido, la música era fuerte y los gritos de las personas dentro de los vagones de la montaña rusa cuando caían eran emocionantes, muy cargados de adrenalina. Matías hacía un vaivén con el cuerpo al ritmo de la música mientras nos detuvimos en la entrada. Sin duda aquel lugar se desbordaría por la cantidad de personas dentro.

—¿Qué quieres hacer primero, Matías?—bajé un poco mi cuerpo para escucharlo. Él disfrutaba de su algodón de azúcar.

—Bueno... ¡me gustaría subirme primero a lo más extremo!

—¡Ja, ja, no lo creo! ¿de verdad?—se reía Alessa.

—¡Está bien, te acompañaré! a mamá no le gustan las alturas...—le tomé la mano.

—¡Sí, gracias!—saltaba de alegría.

—Esto es increíble, Alessa. Alexander consiguió a tu hijo, sigo atónito.

—Lo mismo digo tío, no sé cómo, pero le estoy tan agradecida.

Dejé de escucharlos después de eso último, cuando me alejé para llevar a Matías a las atracciones. Esto era algo que yo quería hacer por mi hermana, ella merecía tener la oportunidad de conocer a su hijo, lamentablemente no pudo criarlo como sé que ella lo hubiese hecho, pero ahora se había presentado una nueva oportunidad para disfrutar junto a él, (quizás también junto al padre de Matías), eso no lo había pensado. No había pensado en la posibilidad de esa situación, al igual que ella merecía conocerlo, pero preguntaré antes si están de acuerdo en buscarlo.

«Alessa tampoco ha hablado en años con su ex novio, puede que esta situación tan caótica los haya distanciado mucho. Quizás no sea conveniente», estaba muy ensimismado.

Esa misma noche llegué a casa de mi tío, él sabía de mi regreso desde el principio así que me permitió quedarme otra vez en su casa por esos días. Alessa se quedó con Matías para pasar más tiempo con él.

Así que yo podía distraerme un poco. Cuidar niños es asombrosamente agotador.

Entonces mientras cenabamos conversamos sobre todo lo que había hecho en el ejército.

—¿Entonces si te gustó ir al ejército?—

—Por supuesto. No me arrepiento.

—Eso me alegra muchacho, aquí las cosas... bueno, han decaído un poco, las ventas, tu hermana, tus padres...

Lo escuchaba en silencio. No quería que me tocara esa tecla, no ahora.

—La verdad... ahora tengo varios amigos—dije tratando de cambiar el tema.

—¿Ah sí? ¡seguro ya no eres el muchachito tímido de antes, cadete Rincón!—se rió.

—Exacto. He hecho amigos muy buenos, que son como mi familia ahora.

—Ah, ¡que maravilla, Alexander! te lo dije, la soledad no es buena... no, no es buena, yo desde que perdí a tu tía y Maddie, cada día me siento más solo...

—Lo lamento.

—No te preocupes. ¡Me alegra que estés aquí ahora, aunque sea por poco tiempo!

Su sonrisa era contagiosa. Volví a beber un poco del caldo que brotaba vapor hacia mi rostro.

Crónicas de un soldado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora