Capítulo cuatro

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1945

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1945

Alemania se encontraba en silencio en la parte trasera del auto conducido por URSS, con la mirada en su regazo; su mente no podía procesar lo que había ocurrido. La guerra finalmente había terminado, ¿pero a qué costo?

Ahora era huérfano, no había vuelto a ver a su tía Rumania desde que está, por educación y respeto a su padre y a la amistad que tenían ambos, había ido a su casa a informarle a su padre que ahora estaba de parte de los aliados; tampoco había vuelto a ver a Italia y a Japón... se sentía tan solo y abandonado.

Pronto el auto se detuvo, pero ni él ni URSS descendieron. URSS entendía que esto era un golpe muy fuerte para el chico, más que nada porque ahora debía sostener una mentira... una que podía costarle la vida, tanto a él como a sus hijos, a Alemania y a Rumania. Al final el adulto decidió romper el silencio.

—Sé que esto es difícil para ti, no diré que he estado en tu lugar porque sería una vil mentira, mi situación fue diferente, pero si te digo que necesitas salir adelante, no solo por ti, sino por tu pueblo que ahora cree en ti, por Rumania que cree en ti... y por Rusia.

Una vez dicho esto, bajó del auto y se dirigió a la puerta trasera del lado derecho, la abrió y le indicó a Alemania que bajara, quien obedeció. Al momento de quedar expuesto al clima, este se abrazó a sí mismo, hacía mucho frío.

URSS guio a Alemania a la casa, una vez dentro, ambos observaron al pelotón de quince niños que estaba allí, quienes al ver a su padre corrieron hacia este para abrazarlo; desde Estonia y Rusia aferrándose a su cintura, hasta Kazajistán usando sus alitas para tomar un buen impulso y lograr aferrarse a la espalda del mayor. URSS no pudo más que reír bajo, odiaba irse por mucho tiempo, pero adoraba que al volver sus hijos estuvieran allí para recibirlo.

Alemania se había hecho a un lado para evitar ser aplastado por todos, pero pronto fue notado por su mejor amigo, Rusia.

—¡Alemania! —gritó mientras soltaba a su padre e iba a abrazar a su amigo, tenía años sin verlo pero era sumamente fácil reconocerlo.

—Hola, Rus... —saludó el alemán en tono bajo, correspondiendo flojamente el abrazo.

Rusia soltó al alemán y lo observó, pudo notar su mirada apagada, ojos hinchados y que estaba bastante pálido. Sabía que el Señor Reich estaba muerto, no iba a negar que cuando se enteró de esto había sentido lastima y tristeza, pero ahora al ver a su amigo se sentía realmente mal.

—Papá, ¿puedo llevar a Alemania a mi cuarto? —preguntó el ruso.

—Por supuesto hijo —respondió el adulto mientras cargaba a Lituania y a Letonia.

Rusia no perdió el tiempo,tomó de la muñeca a su amigo y lo arrastró escaleras arriba hasta llegar a suhabitación. Una vez en esta, condujo al alemán a su cama y lo sentó, paraposteriormente ir a buscar una manta, envolver al chico en esta y abrazarlo. Alemania no pudo más que llorar, y Rusia no pudo más que consolar a su mejor amigo.  

Happy Pills || CountryHumans AleCan [YA EN FORMATO FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora