Capítulo ocho

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1988

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1988

Alemania se encontraba en la oficina de su casa, resolviendo el exceso de trabajo que tenía sobre su escritorio, que sus tierras estuvieran divididas no era nada fácil; por un lado tenía a USA, Reino Unido y Francia con sus exigencias para el lado capitalista, además de que estaban controlando muchas cosas, dejándole a él solo los problemas; y por otro lado tenía a URSS con sus ideas comunistas, fastidiándolo de sobre manera, quería al sujeto pero lo odiaba como jefe y compañero político; no era el único harto de esa situación, Rumania, Austria, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia, Albania y Polonia igual lo estaban ya; en realidad todos estaban planeando su salida del bloque del este a escondidas, no querían seguir más allí y pensaban dar un golpe de gracia con tal de tener tranquilidad en sus vidas.

Suspiró quitándose sus gafas y tallándose sus ojos, tenía días sin dormir, algo muy usual, además de que tenía desde hacía tres semanas sin salir de casa, algo ya muy normal; no tenía a que salir, la vida en general no tenía sentido para él y realmente no sentía como amigos al bloque del este; solo se reunían cuando había junta con URSS y después se iban a embriagar a casa de alguno para tratar de desahogarse un poco.

Escuchó el sonido de la puerta principal siendo aporreada; se levantó de su silla suspirando, se colocó de nuevo sus lentes y salió del despacho para ir a abrir. Cuando abrió su puerta principal encontró a URSS, sorprendiéndose de sobre manera.

—Hola URSS, que novedad —saludó el alemán un poco extrañado, por lo general él iba a territorio eslavo, era extraño ver a URSS allí.

—Hola, Alemania, es un gusto verte, ¿puedo pasar?

Alemania se hizo a un lado, dejando al mayor entrar en su casa, quien miró todo a su alrededor, notando la casa bastante desordenada y se podría decir un poco sucia, incluso alzó la ceja con gesto extrañado al patear por accidente un vaso de plástico.

—Vaya... creo que necesitas limpiar —mencionó el comunista.

—Tal vez —dijo el alemán en tono decaído y cansado para después bostezar.

Alemania guio a URSS a su estudio, el único espacio que parecía decente en la casa ya que pasaba mucho tiempo allí, y lo invitó a tomar asiento en una silla frente a su escritorio, yendo él a la suya.

—¿Qué ocurre?, no sueles venir a menos que sea una emergencia —preguntó el menor con voz cansada.

—Rusia está preocupado, dice que te nota raro en tus cartas y en las llamadas telefónicas, Japón e Italia dicen lo mismo, así que consideré esto una emergencia y vine a verte... mira, no tomes mi visita como si fuera de trabajo, tómala como del hombre que te crio, porque en este momento te veo como el chico al cual cuidé desde que era un niño de cinco años.

Aquello sorprendió al alemán y conmovió su corazón; no consideraba que estuviese mal, al contrario, solo se sentía algo cansado de un tiempo atrás, pero nada fuera de lo normal, y también le entristeció que sus amigos y figura paterna se preocuparan por él, ellos ya tenían sus propios problemas y vidas como para que él los molestara con sus cosas.

Happy Pills || CountryHumans AleCan [YA EN FORMATO FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora