01; El Chico De La Ópera

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Katsuki Bakugou tenía una voz maravillosa, muchos se atrevían a decir que poseía la voz más virtuosa que alguna vez se haya podido escuchar en París. Cuándo cantaba en el Teatro, era capaz de erizar pieles e incluso de provocar lágrimas de pura emoción por el sentimiento y la pasión con la que interpretaba las notas musicales de forma melodiosa.
Parisinos decían que se trataba del Ángel de Francia, pese a que sus raíces no eran francesas sino japonesas, este apodo no sólo se debía a su hermosa voz, también a sus cabellos rubios y su piel pálida, que por alguna razón, a los ciudadanos de la capital francesa les recordaba al estereotipo de ángel.

Aún así, con tantos halagos y tanta gente que realmente le gustaba lo que hacía, él no era feliz, porque él jamás había querido esto. Tenía la más maravillosa de las voces, y adoraba cantar, pero ¿Ópera? La ópera era lo que menos había esperado. Odiaba con toda su alma tener que dejarse su garganta sólo para alcanzar las altas notas que le exigían, odiaba tener que portar esos extravagantes vestuarios, junto a esos maquillajes sobrecargados que le irritaban la piel, y ni hablar de los peinados, que en su opinión eran estúpidos y horrendos.

Él quería formar parte de una banda, cómo los Beatles, por ejemplo. Quería ser un conocido cantante de rock, tal vez incluso podría ser baterista. Pero su madre, desde que Katsuki era apenas un niño, lo llevó a clases de canto tras darse cuenta de que su voz era muy poderosa y perfecta para las óperas si se perfeccionaba un poco.
Desde los diez años, ha estado participando en musicales, una vez cumplió sus quince años, pasó a la ópera. Y ahí seguía, ahora que tenía 23 años.

—Ya no quiero hacer esto.—Le dijo a su madre hacía años, cuándo aún tenía diecisiete.

—¿Hacer el qué?—Preguntó, cómo si no supiera perfectamente de lo que hablaba.

—De la ópera, ¿Que más?

—¿Ya no quieres cantar en la ópera?—Preguntó, y el chico asintió con la cabeza.—Katsuki, tienes que seguir haciéndolo. ¿Sabes todo el dinero que nos dan tus actuaciones? ¡No puedes echarte para atrás ahora! Si lo haces, perderemos todo y tendremos que volver a Japón.

—Sé que nuestra economía sale adelante gracias a mis actuaciones en el teatro.—Dijo Katsuki.—Pero... ¡Puedo conseguir el dinero por otros medios! Puedo convertirme en un cantante, no de ópera, sino de los que salen en la televisión y venden discos.

—¡Por dios Katsuki! Tu voz es perfecta para la ópera, pero para lo demás... Mira, vas a seguir con la ópera, porque todo el mundo te ama en ese ámbito, eres el chico de la ópera, no puedes parar en este momento.—Sentenció Mitsuki.

—No quiero ser sólo el chico de la ópera, quiero ser reconocido, no sólo de esa forma.

Quería aparecer en la televisión, vender sus propios discos, salir en el periódico, darse a conocer más allá de París, de Francia e incluso Europa entera, quería que todo el mundo supiera su nombre y quién era. Pero al mismo tiempo, también quería que su familia se sintiera orgullosa de él, y sabía muy bien que la única forma de provocar orgullo en ellos, era cantando en la ópera. No había otra manera.

—Cómo si ser el chico de la ópera fuera algo malo.—Dijo para después quedar en silencio, esperando que su hijo entrara en razón, pero al darse cuenta de que Katsuki no tenía intenciones de ceder, continuó hablando.—Vas a seguir con la ópera, porque eres bueno en eso, y a la gente le gusta verte en los teatros.

No pudo reclamar nada más al respecto. Pronto, fue callado y le fue imposible reclamar nada más, sabía muy en el fondo que sería inútil seguir intentándolo por mucho que quisiera dejar ese estilo de música, sus padres no se lo permitirían, incluso cuando tuviera cuarenta y haya huido despavorido de casa de los Bakugou, aún así, sus progenitores lo obligarían a seguir cantando opera.

Incluso en esos momentos, cuándo ya había pasado tanto tiempo, seguía recordando muy bien esa conversación que tuvo con su madre.
En los 6 años que habían pasado tras esa conversación, su mente no había cambiado ni un poco, y la idea de dejar los teatros para cambiarlo por estadios mundiales abarrotados de gente mientras él cantaba su propio estilo seguía estando en su cabeza, cada vez más presente hasta volverse, en definitiva, la imagen protagonista de todos sus pensamientos. Pero él seguía siendo el chico de la ópera por más que quisiera deshacerse de ese nombre. Los teatros seguían siendo el lugar dónde podía mostrar al mundo su talento, no los conciertos. Y cada vez pensaba más en rendirse y menos en perseguir su sueño, pues había estado tantos años tratando de convertir su sueño de ser un cantante de rock conocido a nivel mundial en una realidad, pero en ningún momento estuvo cerca de serlo. Así que pensó en conformarse con cantar en la ópera, y en sus ratos libres tratar de practicar el estilo que verdaderamente le gustaba.

Pero, Katsuki Bakugou no era alguien conformista, que no insistía para nada y se conformaba con un simple "estar cerca" o un "casi" él quería ser, y en sus planes no entraba rendirse, aunque a veces le fuera demasiado complicado no pensar en esa gran posibilidad.

—¡Katsuki, ves al teatro, tienes que ensayar!—Ordenó su madre, y es cierto, tenía un ensayo en menos de media hora. No le apetecía nada ir allí.

Porque todo era tan monótono en su vida, siempre era lo mismo, le daban un guión que tenía que aprender de memoria, sin ningún tipo de fallos, tenía que cantar a la perfección, tal y cómo los directores de la obra querían, los pequeños errores no estaban permitidos, cómo tampoco se permitía, obviamente, no ser capaz de alcanzar una de las cientos de notas que te exigían. Si no lograbas sonar lo suficientemente agudo o grave, no importa si eras talentoso, automáticamente estabas fuera. 

Llegó al teatro tras unos diez minutos caminando a paso rápido. Lo miró, no quería ir allí de nuevo. Observó con detenimiento sus puertas doradas, rodeadas por pilares blancos se veían como las puertas a su infierno. Cualquiera mataría por ser Katsuki Bakugou, pero este, mataría por ser cualquier persona distinta. Por esa razón, por el hecho de que nunca había querido ser cantante de ópera, decidió saltarse ese ensayo que tan poco le apetecía. Corrió por las calles de la ciudad parisina, sólo por si alguien lo veía, no fuera capaz de alcanzarlo fácilmente. Mientras el cielo comenzaba a tornarse anaranjado indicando el atardecer, él corrió, ¿Hacia dónde? Ni él mismo lo sabía.

Y habría seguido corriendo, si no fuera porque chocó con alguien durante su intento desesperado de huir. Se tambaleó hacia atrás, pero no llegó a caer. Pensó en reprochar a la persona que había irrumpido en su camino, pero a fin te cuentas, él era quien estaba corriendo como un loco por las calles.

—Oye amigo, ¿estás bien?—Preguntó una voz masculina, pero que a sus oídos, se escuchó demasiado dulce.

Katsuki no respondió, tan sólo levantó la mirada, clavada en el piso.
Un chico de su edad aproximadamente esperaba su respuesta, tenía el cabello rojo, pero se notaba a simple vista que no era su color natural. Sus ojos eran brillantes y lo miraban con atención, llevaba una camisa blanca manchada con lo que él supuso que era pintura, y llevaba un ¿cigarro? en la mano.

—Soy Eijiro Kirishima. ¿Estás bien, chico?—Se presentó para después repetir la pregunta.

Holaaa. Este es el primer capítulo de un nuevo fanfic :)
Espero que os guste mucho <3









Ópera Y Lienzos | BakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora