Sebastián Wilson no era un chico que llegara a las tres de la madrugada a su gran mansión a las afueras de la ciudad. Estaba seguro que Genoveva lo esperaba, observó la gran casa mientras los grandes portones se cerraban tras de sí y sintió aquel vacío que siempre lo asfixiaba en cuanto tocó las puertas. Cualquier joven de su edad hubiese matado por tener la libertad y el dinero que este poseía. Mientras Sebastián solo añoraba una familia unida, lo único positivo de aquel sábado para él, era volver a ver a Andrés.Aquel sería el último año que pasaría junto a él y su familia a los cuales había comenzado a querer como suya, se arrepintió el no haber conversado con él años anteriores. Entre su novia, los partidos y sus amigos nunca se puso en perspectiva que era
lo que realmente quería hacer con su vida o mejor dicho con quién quería compartir en realidad. Sin saberlo Sebastián había caído en las garras de la monarquía escolar. Había logrado crear una imagen de sí mismo digna de admirar para cualquier adolescente. Todos y cada uno de estos hechos le eran poco importantes, sin saberlo había logrado lo que su padre siempre le decía: "La imagen lo es todo, sin una buena imagen nadie te respetara o admirara".Se repitió aquellas palabras tantas veces, que de un momento a otro aceptó también el nunca tener la libertad de hacer con su vida lo que quisiera. Entro a su hogar y como era de esperarse Genoveva lo esperaba ya vestida para dormir, llevaba su negra cabellera amarrada en trenas, sus ojos oscuros miraban con alivio y molestia a Sebastián.
¡Ya sé !, no son horas.
Al menos dígame que no estaba con la insoportable señorita Mazy.- Genoveva no tenía reparo en admitir su poco agrado por Mazy, según ella su relación era más por conveniencia que otra cosa. Le decepcionaba el hecho de que a quien consideraba un hijo,
no eligiera una pareja como ella le había enseñado. Alguien a quien amar, una persona que fuera su mejor amiga, compañera pero sobre todo alguien con quien amara despertar todos los días de su vida.-
Estaba en casa de los Rodríguez.
¿Con el tal, Andrés?-no pudo ocultar su sorpresa-
Sebastián asintió.
Oh, ya va siendo hora de traerlo aquí, sales mucho más con él de lo que sales con tus otras amistades.
Vendrá mañana.
Entonces con más razón, debes descansar para estar presentable en la mañana.- sonaba emocionada.
Me sorprende lo rápido que puede irse tu coraje, Genoveva.
Sigo molesta, aunque hayas estado en casa de ese muchacho, debes tener mucho cuidado.
A veces olvidas que no soy un niño.
Y tú olvidas que siempre te veré como tal, además no debes olvidar de quién eres hijo, muchacho.- besó ambas mejillas y con un cálido abrazo esta se despidió.Muy pocas veces mostraba afecto hacia otro ser humano que no fuera Wanda pero Genoveva era parte de su familia, y según él, ella se había ganado aquel derecho maternal.
Buenas noches.
Buenas noches, Sr. Sebastián.
Ya en su majestuosa habitación se desvistió y ducho su cuerpo. Una vez terminado de duchar puso crema hidratante en su recién hecho tatuaje, este se encontraba en el bíceps izquierdo, un Halcón con alas abiertas, en tributo a su fallecido abuelo. "te extraño viejo"-pensaba cada vez lo miraba. Tomó el sueño con facilidad, estaba cansado y necesitaría todo ese descanso para sus ejercicios matutinos y la visita de Andrés.Mientras dormía Genoveva aseguraba el hogar, siempre había sido fiel a la familia Wilson, quería a sus hijos como suyos. Desde que Sebastián le había hablado acerca de Andrés, ella notó un tono muy peculiar en su voz, era el tono de alguien a quien le
gustaba mucho la compañía de la otra. Era la primera vez en todos los años de servicio que escuchaba esa clase de emoción salir de su voz. Una vez termino de asegurar la casa, se dispuso a ir a su habitación, no sin antes echar un último vistazo a Sebastián.Este dormía plácidamente cuando abrió la puerta con sigilo.
Espero que seas mejor que tus padres y puedas elegir a quien amar.Los ojos de Sebastián se abrieron de sopetón impresionados con el sueño que había tenido. En él, este besaba en los labios a Andrés Rodríguez con delicadeza y de entre sus piernas se asomó una erección.
No era la primera vez que sucedía, pero si la primera con un chico. Cuando iba a proceder a brindarse auto placer una piedra golpeo su ventana. "¿Pero qué demonios?" en cuanto se acerca la ventana vió a Mazy saludándolo. Llevaba puesto un vestido corto verde, su cabello estaba suelto, no tenía maquillaje.
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Di, que me recuerdas volumen 1
RomanceSe veía muy profesional mientras se movía por mi habitación escribiendo en el improvisado pizarrón había comprado el cual no había utilizado hasta ese momento. Se me hizo fácil captar atención e igualmente perderla al ver como sus labios se movían m...