12.The Man Who Can be Moved(cancion de la banda "The Script")

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La mañana nos abrazó la mirada, haciendo abrir mis ojos primero. Me tope con el rostro relajado y calmado de Sebastián, quien parecía seguir durmiendo, había sido una cena maravillosa la de anoche. Habíamos dado un paseo por el pueblo para terminar cenando en un restaurante típico de la cuidad. Luego de mirar el reloj y darme cuenta que, eran las diez de la mañana decidí levantarme con cuidado de no despertar a la figura perfecta que dormía a mi lado y justo así camine a la sala de estar. Allí se encontraba Belinda y Thomas. Ambos tenían café en la mano, en cuanto me vieron sonrieron.
¿Follaste mucho anoche?-bromeo Thomas-
Cierra la boca.-respondí mientras me servía el café-
Este en respuesta hecho a reírse.
Ignóralo, como no pudo traer a su Wandita...
Belinda, ¿podrías irte al carajo?
Una sonrisa se coló en mi rostro satisfecho. Me uní a ellos como hacía mucho no lo hacía, estábamos allí juntos, solos como hermanos no podía pedir absolutamente nada más.

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El sonido de su celular despertó a Sebastián mientras su mano busco sin éxito a Andrés. Era su reclutador.
¿Si?
Llamo para decirle que tu documentación llego por fax, los envió Lidia Villanueva, ¿su madre no?
Si señor, creí que llegarían en dos semanas.- respondió sorprendido-
Con esto el proceso será mucho más sencillo, comienzas las clases para el examen en dos semanas, te anotare en el próximo grupo.
No hay problema señor.
Entonces lo veo el martes luego de instituto. Feliz día de acción de gracias.

La llamada se corta haciéndolo procesar todo lo que acababa de escuchar. Estaba más cerca de lograr su objetivo de vida pero eso significaría no ver a Andrés en mucho tiempo, eso le dolía, mientras cenaban la noche anterior se había dado cuenta que lo amaba, tanto que no se atrevía a dar un paso tan importante como aquel sin decírselo a Andrés. Lo amaba tanto que este estaba dispuesto a renunciar a su sueño solo para estar con él. Así de profundo eran sus sentimientos por Andrés, escuchó reír a su pareja y en silencio abrió la puerta hasta llegar a un punto lo suficientemente cerca para ver lo que sucedía. Andrés sonreía junto a sus hermanos tomando café y haciéndose bromas.
¿Porque no te unes?- pregunto la voz de su ahora suegro, esto lo sobresalto.-
No quiero quitarles ese momento de hermanos señor.
Diego puso la mano en el hombro de Sebastián con afecto paternal.
Ya eres parte de esta familia Sebastián, mira, si te soy sincero siempre temí por Andrés, demonios temo por todos mis hijos pero Andrés, siempre supe que sería especial.
Cuando nos dijo a Norma y a mí que era gay, Dios lo tomamos bien porque lo amamos, es nuestro hijo pero una parte de nosotros...
Una parte de usted temía por él
Odio admitirlo, pero sí. Temíamos por cómo la gente lo iba a tratar de ese día en adelante. Luego vino el instituto, aquella época oscura en su vida de la cual la verdad no quiero hablar mucho pero el punto de decirte todo esto hijo, es que quiero que siempre cuides de él.
Eso téngalo por seguro señor ...
No tengo dudas de ello siempre veo como lo miras, como se mueven juntos es...amor, la clase de amor que aun siento por Norma su madre. Siempre quise esa clase de amor para mis hijos.
Si le confieso algo señor y con todo respeto, no creo que vuelva a sentir esto con otra persona que no sea su hijo...
Oh muchacho, no puedo decirte que eres demasiado joven para esas palabras, me enamore de Norma cuando apenas salía del instituto. Ahora ve, únete, ah recuerda  mis palabras Sebastián Wilson eres y siempre serás parte de esta familia. Incluso si Andrés y tu no llegan a terminar juntos...

Aquella ultima palabras le supieron agridulce a Sebastián puesto que por un lado le alegraba pertenecer a los Rodríguez como familia, pero por el otro debía decidir si de verdad quería continuar con su vida militar o renunciar a ella y quedarse a vivir una vida universitaria junto a Andrés...

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Luego de haber desayunado nos preparamos y fuimos a esquiar. No era mi primera vez esquiando, en realidad era como correr bicicleta para mí, de pequeño mama aprovecho la edad en la que los niños aprenden rápido para inculcarnos todos los deportes que pudiéramos hacer,
creo que en realidad lo hacía para cansarnos. Según papa los tres juntos éramos baterías de energía inagotables. Mientras subía la montaña veía a Sebastián mirando a lo lejos la montaña, fruncia el ceño pensativo, agarre su mano.

Di, que me recuerdas volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora