Dylan Osborne era deseado por la mayoría de las chicas, odiado por los marginados y mejor amigo de Sebastián Wilson. Se habían conocido y hecho amigos casi al instante aquel primer día de clases hacía ya años atrás. A diferencia de Sebastián la familia de Dylan provenía de la parte más pobre de Jacksonville, la mayoría de sus cosas habían sido regalos de Sebastián quien lo veía como a un pequeño hermano rebelde a quien debía ayudar.
Pronto lo inscribió al mismo gimnasio al que iba Sebastián, poco a poco este fue convirtiéndose en un chico físicamente atractivo y del cual nadie se atrevía a decir una palabra negativa. Quien pensaría que uno de los chicos más populares en realidad vivía con una madre enferma de lupus en un apartamento de soltera en los suburbios de la ciudad.
Mientras este se follaba en un motel a Mazy se dio cuenta de algo, ella ya no olía a Sebastián y siempre le había gustado de su mejor amigo. Esto se debía a que Dylan Osborne en secreto fantaseaba en acostarse con Sebastián, estaba obsesionado hasta mas no poder con él.Utilizo el termino obsesión porque, Dylan vivía deseando todo lo que Sebastián tenía: su riqueza, su familia e incluso a él. Tanto así que en su cuarto tenía escondido un armaría lleno de sus fotos, estaba enfermo y lo peor era que nadie se daba cuenta. El chico sabia jugar muy bien su papel ante el mundo. Acostarse con Mazy se había vuelto uno de sus pasatiempos favoritos, aunque aquel medio día no parecía estar disfrutándolo.
Dylan, me estas lastimando.
Cierra el pico maldita sea, estoy a punto de correrme.
Mientras este se abatía dentro de ella, Mazy intento darle un beso a lo que este en respuesta le introdujo uno de sus dedos. Luego de haber terminado este tomo un descanso en aquella incomoda cama de motel. Mazy no tenía idea de la situación económica de Dylan.
Al menos valió la pena.
¿ Sebastián no te ha cogido hoy?-el tono curioso de Dylan se asomó en su voz-
Sebastián no me ha cogido hoy y tampoco lo hará nunca.
¿De que estas hablando Mazy?- aquel tono curioso se trasformo en uno atemorizado-
Tu mejor amigo y yo terminamos.
¡Debiste haber hecho algo mal, maldita sea!
No fue mi culpa, más bien culpa al maricon amigo suyo Andrés.
¿Andrés Rodríguez?
El mismo.Andrés Rodríguez, todo lo que Dylan odiaba de sí mismo lo llevaba aquel chico. Demasiado afeminado, liberal y abiertamente homosexual. Aunque en el fondo en realidad lo envidaba por no tener que usar una máscara ante el mundo, por tener la familia que tenía, pero más que nada lo envidiaba porque ahora muchas encajaban con el hecho de que su mejor amigo no quisiera pasar tiempo con él.
¿Qué sucedió?
Estábamos follando en su habitación cuando entro Wanda y el maricon ese, te lo juro Dylan; Sebastián se volvió loco de ira y me corto.
¿Estas segura que estaba molesto?
Tenías que estar allí, estaba furioso.
Creí que Andrés y el eran solo compañeros de laboratorio nada más.
Pues creo que son amigos porque ya sabes cómo es Sebastián con llevar gente desconocida a su hogar.
Tienes razón, debo irme tengo que pasear a los perros de mi madre-mintió-En cuanto estuvo fuera del motel este se dirigió a toda prisa a casa de su mejor amigo. En cuanto llego vio su auto estacionado, aliviado y con toda la confianza camino hasta la puerta y la toco. No le sorprendió para nada que la ama de llaves la abriera.
¿Se encuentra Sebastián en casa?
Si Srto. Dylan.
¿Puede avisarle que estoy aquí?
Claro.En cuanto el ama de llaves lo dejo en el vestíbulo de la mansión este se imaginó a si mismo viviendo aquella vida de rico. Tenía una hermosa casa, Sebastián era un hermoso hombre, alguien a quien él se fallaría a diario si lo dejaban.
Se encuentra en la cancha, lo está esperando.
Gracias.
La mansión para un desconocido era un laberinto pero Dylan la conocía a la perfección. Había estudiado cada rincón de ella, como si su vida dependiera de eso. Sus ojos miraron maravillado el cuerpo semi desnudo de su mejor amigo, moverse en la cancha de baloncesto. Este al darse cuenta que lo miraba le lanzo la bola la cual agarro con rapidez.
¿Un partido?-pregunto Sebastián-
Claro hermano.-respondió este quitándose la camisa y comenzando a jugar-
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Di, que me recuerdas volumen 1
RomanceSe veía muy profesional mientras se movía por mi habitación escribiendo en el improvisado pizarrón había comprado el cual no había utilizado hasta ese momento. Se me hizo fácil captar atención e igualmente perderla al ver como sus labios se movían m...