amor imposible

epílogo: el otro lado.

Kim TaeHyung gustaba de las chicas.

Lo supo desde pequeño, mientras vivía con su abuela en el campo, fue un día en el que la nieta de una amiga de aquella mujer que tanto amaba se le fue presentada, se llama Yungmin, y era hermosa, delicada, pero con un gran carácter, fue su primer amor, pero se esfumó tan pronto ella se mudó a la cuidad, un año después.

A medida que fue creciendo, con los ideales algo obsoletos de su abuela entendió que debía casarse con la mujer indicada, pero lo sentía lejano, mientras le gustaba fumar a escondidas y beber, con sus amigos y las novias de estos, pronto él también tuvo una en la secundaria, se llamaba Hana, y era jodidamente sexy.

Tenía una cintura diminuta, una carita de muñeca, un trasero voluptuoso al igual que sus senos, era de carácter fuerte pero muy amable, también la presidenta del consejo, a escondidas de todos fumaba y hacían de las suyas, dándose besos y toques subidos de tono en los baños, pero nunca llegaron a nada más.

Pronto se dió cuenta de que quería ser cantante, pero resultó con una equivocación que acabó entrando a una agencia muy poco conocida en Seúl, acabó con la relación y con el permiso de su familia se mudó, al principio creyó que sería algo divertido, que fracasaría y volvería, pero sus padres le dijeron que se lo creyera, que era talentoso y sería grande.

No mintieron, pero las cosas fueron poco a poco.

Debutó en un grupo de siete integrantes un par de años después, estaba tan feliz, tenía nuevos amigos y aunque era algo agotador y difícil era increíble, un sueño hecho realidad, lo dió todo por una apuesta que no parecía muy prometedora, pero como dijeron sus padres en el pasado, debía primero creerlo.

Tuvo gran alianza con JiMin que era su edad y con JungKook quién era el maknae, una ternurita con patas.

Era su compañero de aventuras, ambos gastaban bromas y recibían el regaño juntos, también, practicaban y se consolaban entre sí cuando extrañaban a sus padres, eran el dúo dinámico perfecto.

Con el paso del tiempo se dió cuenta de cosas en el menor que trató de ignorar, se enamoró muchas veces con el paso de los años, presentándole a cada una de sus novias con quién salía, a los miembros parecía no importarle mientras JungKook... A JungKook parecía dolerle.

Y era extraño, al principio le encontró como respuesta los celos pues dejaron los juegos y esas tonterías cuando salía a citas o fiestas, pero después, cuándo el menor reveló su sexualidad fue cuestión de usar la cabeza.

Le gustaba a JungKook.

Pero no encontró entereza en enfrentarlo, todo lo contrario, se llenó de un desagrado, de un asco, que se obligó a creerse a sí mismo que era su imaginación, que estaba inventando cosas, en realidad, era la verdad.

Su actitud cambió cuando conoció en una fiesta a Lys, una bonita chica mitad coreana mitad estadunidense, ella amante de la fiestas y el alcohol lo llevó por un mundo que le terminó encantando, igualmente ya lo había experimentado, cuando era un adolescente, gracias a ella adquirió las malas mañas y las apropió en él, dejó de ser ese estúpido chico que por cierto tanto le hicieron daño en un pasado.

Antes, le fueron infiel, le mintieron, le lastimaron y también lo usaron.

Ahora, gracias a Lys, no lo harían nunca más.

Ella se fue por cuestiones familiares dos meses después, dejándole esa personalidad que tanto repudio causó en los miembros, odiaban que fuera tan sarcástico y frío, sin piedad ni medida al hablar, con el tiempo esa actitud, también, se convirtió en una forma más de descargar su ira.

Ira porque JungKook comenzó a salir con JiMin, porque sus padres odiaban a cada una de sus novias, porque los miembros le jodían la vida y la agencia también.

Porque no le dejaban ser feliz.

Sabiendo que JungKook era gay el repudio se mezcló con los celos, su mejor amigo y su compañero de aventuras comenzaron a salir, fue ajeno a las antiguas relaciones del maknae, ninguna le hirió más que con la de JiMin y huyó tanto tiempo de la respuesta, no le gustaba pensarla.

Inmediatamente le llevaba a las palabras de su abuela.

Cásate, ten hijos y honra el apellido de la familia.

Comenzó a odiarlo, porque quizás, sólo quizás, sentía una obsesión con ese chico pálido y adorable, porque no le gustaba los hombres, pero igualmente quería tenerlo alejado de todos y todos, que lo mirara solamente a él, que no se fijara en nadie más.

La respuesta venía sola.

Quería saber que había alguien que lo amaría en todas sus versiones.

Cómo un imbécil que se dejó dañar, un hijo de puta que le gustaba hacer daño.

Fue espectador de como un chico llenó de vida y ganas de hacer bromas se fue apagando, no pudiendo soportar el peso del amor, de la fama, y quiso hacer algo, porque lo quería, lo amaba, cómo su hermano, también su mayor comprobante de que era alguien merecedor de amor.

Pero no hizo nada, eso era arruinar esa carcasa que creó durante tanto tiempo, se contuvo, aunque la bomba de tiempo solita le iba avisando que todo acabaría por destruirse.

Los miembros se lo dijeron, la agencia, sus novias, él mismo.

En distintas cuestiones, pero con una misma conclusión.

Estaba haciendo tanto daño, y era consciente, pero no le importaba.

O fingía que no lo hacía.

Resultó con una adicción muy peculiar a la bebida, a fumar, lo mantenía tranquilo, con la mente fría, lejano a los problemas, a lo malo.

Aunque también, lo mantenía postergando cosas que no debía.

Después, llegó Kim Jennie.

Miembro de Blackpink, la competencia, se conocieron en una fiesta ilegal en algún bar de mala muerte, acabaron teniendo sexo, luego concretaron salidas y se sintió pleno, por un momento, por un instante.

Ella le hacía reír, también sacaba ese lado pícaro y también divertido, además de que podía hablar libremente sin miedo a ser juzgado. Ella era la indicada, Jennie lo era.

También, era una manipuladora de manual.

Pero lo hacía volver al camino.

No era estúpido, sabía que ella quería hacer con él lo que quisiera, le daba justo en lo que más le dolía, criticando que no era gay, que no debía serlo y que debía volver al camino.

Recuerda lo que dijo tu abuela, espera mucho de ti. No la decepciones.

Me amas, ¿Verdad? Entonces complace mis pedidos, o me pondré muy triste.

Siempre acababa haciendo lo que ella quisiera.

Dejó de ser feliz, aunque sentía atisbos de una felicidad que en realidad no existía, lo estaba forzando todo, sin aún ponerle nombre a ese síndrome no soy gay y te quiero para mí.

Y creyó que así sería por mucho tiempo, sería un hijo de puta a través de los años, no se inventó una historia mejor pero sus ganas, un deseo sexual lo llevó a la cama con JungKook y aquel cuento se desmoronó, se sintió en un aprieto, con unas ganas de huir.

Lo hizo, porque ya nada sería igual, tomó sus cosas y se largó hacía su lugar seguro, pensando que allí terminaba todo.

No fue así, después de sus palabras confesando sus fechorías la noche anterior Jennie se alteró, lo abofeteó, pelearon y acabó pidiéndole disculpas casi de rodillas. Viendo su rostro de pena fingida transformarse en una sonrisa complacida.

Por más que fingiera que todo estaba bien no lo estaba, porque finalmente todo se había desmoronado.

Nunca quiso ese final, pero así sucedieron las cosas.

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